Los zamoranos de 19 a 39 años pendientes de la segunda dosis de Pfizer serán los que clausuren el gran centro de vacunación de Zamora, el vacunódromo de Ifeza, que junto al abierto en el Centro de Negocios de Benavente (que cierra el 1 de octubre) han puesto buena parte de las casi 150.000 inyecciones contra el coronavirus administradas en la provincia desde el pasado 25 de mayo.

La apertura de los vacunódromos fue una pieza clave para acelerar el proceso de inmunización contra el coronavirus en Zamora, en cuanto hubo dosis suficientes como para alimentar una decena de líneas que llegaron a poner cerca de cinco mil dosis en un solo día y que cerraron semanas intensas, como la del 2 a 9 de mayo, con 14.874 dosis, la del 13 al 20 de junio, que superó las 14.000 y otras más que saltaron de los 13.000 y los 12.000 vacunados.

Centralizar las macrovacunaciones en dos puntos tenía sus inconvenientes, como el de obligar a desplazarse muchos kilómetros de numerosos ciudadanos de zonas lejanas a Benavente o Zamora capital, pero suponía una ventaja vital: acelerar el ritmo de vacunación, fundamental si no para evitar una quinta ola que al final se instaló entre nosotros, sí para mitigar sus efectos en forma de hospitalizaciones y fallecimientos.

Algunas de las vacunas administradas ayer. | Ana Burrieza

Y la estrategia funcionó: durante mucho tiempo Zamora fue líder de vacunación en la comunidad y de hecho fue la primera que alcanzó el 80% de inmunizados con las dos dosis, aunque el listón para la inmunidad de grupo se elevara al 90%. A pesar de los llamamientos y rellamamientos todavía hay zamoranos que por distintas circunstancias están aún sin vacunar y que ayer aprovecharon la última gran repesca para ponerse la vacuna.

Personas como Sergio Martín, que por circunstancias laborales “no había podido venir antes” a pesar de que considera “importante” la vacunación o Alejandro Gómez, a quien el virus atacó “unos días antes de mi turno de vacunación. Tuve el contagio con lo cual entre el tiempo de espera y motivos laborales hasta este día no he podido vacunarme. Pero la verdad es que me hubiera gustado no haber tenido la enfermedad y haberme vacunado en el turno que tocaba. La vacunación es importantísima, somos una provincia con muchísima gente mayor, todos tenemos un familiar con algún problema. Y si esto evita que saturemos hospitales y que todo el mundo pueda estar más seguro pues muchísimo mejor”.

La opinión de los enfermeros Ana Burrieza

La jornada sirvió sobre todo para que personas que habían pasado el COVID y no se hubieran podido vacunar antes lo hicieran y también para los jovencitos que han cumplido los 12 años desde la última vacunación para esa edad, en agosto.

La modélica vacunación de Zamora ha corrido a cargo de unos jovencísimos enfermeros (mejor dicho, enfermeras en su gran mayoría), que se han tenido que formar ante los cambiantes protocolos para hacer frente a un trabajo más duro de lo que parece a primera vista. Aunque el cierre de Ifeza no va a suponer en fin de las vacunas: “Nosotros de momento vamos a seguir vacunando, porque estamos pendientes de las terceras dosis, ya estamos empezando con las residencias, así que aquí estamos”.

Alba Zazo Ruiz y Alberto Vega Rodríguez son dos de estos enfermeros de los equipos de vacunación COVID: “Llevamos desde febrero en esta tarea. Ha sido duro, con mucho jaleo, y muy cansado, sobre todo cansancio mental. Porque el físico, al fin y al cabo desde un ordenador. Es muy rutinario, pero el cansancio mental viene sobre todo porque tienes que estar actualizado de unos protocolos cambiantes” que la gente de a pie no conoce, lo que a veces produce que las quejas se dirijan a quien tienen delante, el que pone la inyección. Hay, por ejemplo, quien se quiere poner una vacuna distinta a la que le toca, lo que genera conflicto.

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