¿Es una invención de la muchacha o realmente un abuelo "verde" daba rienda suelta a sus instintos libidinosos sin reparar que el objeto de deseo era su propia nieta?

T.M.M. de 72 años se enfrenta a una petición fiscal de veinte años de cárcel, nueve de ellos por un delito continuado de abuso sexual y once por agresión sexual tras el juicio celebrado ayer en la Audiencia Provincial de Zamora, que enjuiciaba la denuncia de su propia nieta, quien relató cómo se metía con ella en la cama para tocarle pechos y vagina por encima y debajo del pijama e incluso una vez introducirle el dedo, mientras pasaba las vacaciones en el pueblo, Villanueva de Valrojo.

El abogado defensor, sin embargo, argumentó en su alegato la falta de pruebas tanto de que ocurrieran los hechos como de que se pueda probar que su defendido es el autor de los supuestos tocamientos.

En el juicio declaró el acusado, sentado en el banquillo, su hijo (tío de la víctima) y, por videoconferencias desde San Sebastián, la propia menor (esta declaración fue a puerta cerrada), el que fuera su novio y los peritos que elaboraron el informe sobre la versión de los hechos que relató la denunciante, J.S.M..

Villanueva de Valrojo

Según el relato de los hechos que llegaron a juicio la joven J.S.M. vivía en San Sebastián, aunque pasaba temporadas en casa de sus abuelos, en el pueblo donde tenía familia y amigos. Iba sola, ya que su madre se llevaba mal con T.M.M., su padre y abuelo de la menor, que desde que tenía 11 años y hasta los 15 recibía la visita nocturna de su abuelo, que se colaba en la cama y le practicaba tocamientos con el fin de “satisfacer su ánimo libidinoso” en palabras del Ministerio Público.

El fiscal considera veraz el relato de la menor, ya que siempre ha mantenido invariable la misma versión, no tenía motivos para declarar contra su abuelo cosas inciertas y el informe pericial aprecia que no miente y que sufre unas secuelas de estrés postraumático y baja autoestima compatibles con los hechos que ocurrieron con su abuelo.

La acusación pública considera plenamente probados los abusos sexuales, que conllevan nueve años de prisión, y también la agresión sexual, sobre el que la propia víctima expresó sus dudas, y que consistiría en que el abuelo penetró a la menor con su dedo al menos una vez. J.S.M. le había contado los abusos que había sufrido por parte de su abuelo al que entonces era su novio en San Sebastián y también a su madre, que se llevaba mal con el ahora acusado y sufría problemas derivados de su alcoholismo.

La defensa, sin embargo, puso de manifiesto que la denuncia vino a raíz de un intento de suicidio de la madre de la menor (hija de la persona que se sentaba en el banquillo), que la chica justificó ante los agentes de Ertzaintza (policía autonómica vasca) en los abusos sexuales que había recibido de pequeña, similares a los que había experimentado ella con su abuelo. Esta denuncia aparece año y medio después de que la menor hubiera dejado de ir al pueblo de vacaciones, como hacía habitualmente.

El letrado se pregunta por qué si la niña sufría abusos seguía acudiendo al pueblo por propia voluntad, ya que ni siquiera su madre la acompañaba y descarta que el informe pericial corrobore que los hechos sucedieron en realidad.

Incluso según confesó la madre de la menor a su hermano, el hijo del presunto agresor, ni siquiera ella creía la versión de la hija. Y la versión de los hechos tampoco es tan monolítica, ya que dijo no estar segura de que se produjera la penetración con el dedo. Y por último, las secuelas psicológicas de la joven no estarían condicionadas solo por los presuntos abusos del abuelo, sino por otras duras circunstancias vitales, la separación de los padres, la muerte del progenitor y posteriormente del novio de la madre o los problemas de alcoholismo que sufría ésta.

Incluso llegó a preguntar a los peritos si creían si solo con su informe se podía determinar la culpabilidad de su defendido, cuestión que el presidente del tribunal juzgó improcedente y pidió al testigo que no contestase.

“Encendía la luz del baño por si le sorprendía su mujer”

El fiscal se mostró sumamente duro en su alegato contra el abuelo que se sentaba en el banquillo. Tras exponer las razones por las cuales consideró que la versión de la víctima es creíble y los hechos fueron tal y como relató la menor, el fiscal puso de manifiesto la malicia con la que actuaba en abuelo, que cuando se levantaba de la cama por la noche para meterse en la de la nieta dejaba encendida la luz de baño para así tener una excusa si por alguna casualidad su mujer se despertaba y veía que no estaba en el lecho.

El acusador público calificó de execrables los hechos y se mostró partidario de considerar un solo delito cada vez que en abuelo entró en la habitación de la nieta, con lo cual en lugar de un delito continuado serían al menos 60 delitos de abusos sexuales, con la correspondiente pena de entre 4 y 6 años de cárcel para cada uno de ellos, aunque sólo pudiera cumplir un máximo de 40 años. La jurisprudencia, reconoció, va en otro sentido.

Se mostró además partidario de que, en caso de ser declarado culpable, el acusado entre en prisión a pesar de sus 72 años de edad. “No se puede consentir este tipo de conducta que afecta a a persona (la víctima) de por vida”.

Por contra el acusado aprovechó su último turno de palabra para proclamar su inocencia y se llegó a emocionar por el mal trago judicial que le toca pasar en unos momentos en que padece además una enfermedad. Su abogado entiende que no existen pruebas para acreditar una condena tan elevada, ni en el caso del delito de agresión sexual (la penetración con el dedo), porque ni siquiera la víctima estaba segura de que ocurriera, ni en el caso de los abusos sexuales, cuyo relato no se sostiene.