Aunque la superación de la pandemia del coronavirus se fía sobre todo a los remedios que ofrece la ciencia, en forma de medidas sanitarias, vacunas y medicinas, no está de más la ayuda divina a la que ya se recurrió en otras situaciones excepcionales en las que, ciertamente, se sabía poco de cómo combatir las epidemias, caso de la peste negra. La Cruz de Carne, la reliquia que según la leyenda se utilizó ya para acabar contra la peste negra, saldrá de nuevo a las puertas de la Catedral, en este caso como símbolo para pedir a Dios el fin de la pandemia del coronavirus. Siete siglos después, Zamora volverá a recurrir a la reliquia que ya se utilizó contra la peste negra o muerte negra, que fue la pandemia de peste más devastadora en la historia de la humanidad y que afectó a Europa y Asia en el siglo XIV.

Detalle de la reliquia de la Cruz de Carne, que se custodia en la capilla de Santa Inés de la Catedral de Zamora. | L. O. Z.

“En la santa iglesia Catedral el viernes de Cuaresma y el Miércoles de Ceniza se celebrará la eucaristía a las 10 de la mañana y se impartirá la bendición sobre los cuatro puntos cardinales de la diócesis en la puerta norte de la misma con la Cruz de Carne pidiendo a Dios por el fin de la pandemia”, anuncia el obispo Fernando Valera en su decreto.

La capilla de Santa Inés de la Catedral de Zamora es donde se conserva la original reliquia de carne humana. Agustín de Rojas Villandrando la describe como “una cruz de carne del tamaño de una hostia con que se celebra, y de grueso como medio dedo meñique, y los brazos de cada una de las cuatro partes son iguales; está la carne cecinada, el color leonado, envuelta y cosida en un lienzo antiguo pasado por algunas partes (al parecer) de sangre».

En la citada capilla catedralicia se ofrece también información sobre la reliquia, que fue entregada por un ángel a fray Ruperto, monje de la orden de San Benito, que rogaba a Dios para que acabase con la peste que asolaba Zamora.

Alfonso XI luchaba en Algeciras con muchos zamoranos en sus filas y allí se encontraron un enemigo inesperado, la peste. Muchos zamoranos se contagiaron y tiempo después en la ciudad se extendió la enfermedad, que dejó centenares de cadáveres por las calles, los cementerios no daban abasto para tal cantidad de fallecidos y la población estaba sumida en la desesperanza.

Dios le dijo a fray Ruperto que mientras se adorase con devoción la reliquia, la ciudad no padecería mal alguno. El fraile anunció a todo el mundo el milagro y ese mismo día se celebró una procesión por toda la ciudad portando la cruz salvadora. Y resultó que a lo largo del recorrido se fueron produciendo numerosas curaciones espontáneas, y una vez sanados todos los apestados la enfermedad abandonó Zamora.

Durante la epidemia del cólera de 1834 también hay constancia de que se sacó la Cruz en solemne procesión de rogativa a la que asistió la ciudad con todas las corporaciones. No se sabe a ciencia cierta si también se utilizó la reliquia para reforzar el fervor popular durante la procesión convocada con motivo de otra epidemia, la mal llamada gripe española de 1918. Ahora, un siglo después, es el momento de sacar de nuevo la Cruz de Carne ante en embate de otra pandemia de proporciones gigantescas, en cuya lucha no vendría nada mal la ayuda divina. Se tiene noticia de la orden de San Benito en Zamora antes del siglo XIV, aunque en 1390 dejó su convento a las afueras de la ciudad y se trasladó a San Miguel, intra muros de Zamora.

Ahora será la reliquia más adecuada para luchar contra las pestes la que se saque a las puertas de la Catedral a partir de la semana que viene.

El vestigio que nunca quiso abandonar Zamora, pese a los intentos

Según recoge la tradición, la reliquia nunca quiso abandonar Zamora. En 1588 se derribó la iglesia de San Miguel, en mal estado y los monjes pensaron que estaría mejor en la iglesia de San Benito el Real de Valladolid. La ciudad se enteró y se pidió al Ayuntamiento que impidiera el traslado, que se intentó, no obstante, clandestinamente, pero el monje que sacaba la reliquia de Zamora se dio cuenta de que la bolsa estaba vacía y la Cruz de Carne no había salido de su lugar. En 1607 el abad de San Benito organizó una fiesta en la que se sacó la Cruz de Carne de su primer engaste para mostrársela al pueblo. Entre los devotos había un clérigo y cuando le tocó el turno para adorar la reliquia clavó un alfiler a la Cruz porque no creía que fuera auténtica. Del pinchazo salió un chorro de sangre hacia sus ojos y le dejó ciego, hecho que aumentó la devoción y la fe populares a la Cruz de Carne. Fue en el año 1935 cuando la reliquia fue trasladada definitivamente a la Catedral, hasta la capilla de Santa Inés donde los zamoranos pueden adorarla dos veces al año.