Ante los efectos que la pandemia de coronavirus y su repercusión en la economía están teniendo sobre las personas más vulnerables, el presidente de Cáritas de Castilla y León, Antonio Jesús Martín, advierte de que la organización católica cerrará 2020 con, aproximadamente, un 25% más de personas atendidas en la comunidad autónoma respecto al año pasado, más de 170.000 en total y con recursos similares a los de 2019. Nacido en Benavente en 1963, se ordenó sacerdote en 1988. Lleva vinculado al ámbito de lo social y de Cáritas prácticamente desde su ordenación y es bien conocido por llamar pan, al pan y vino, al vino.

–Esta tarea no dejará tiempo para subir en ningún escalafón

–(Sonríe). Yo siempre digo que no tengo ninguna aspiración más que ser un seguidor de Jesús, con mis fallos y mis pecados, y tratar de ayudar a la gente. Esa es mi intención. Nunca me he propuesto llegar a ser nada más. Lo que le pasa al hermano te afecta de necesidad.

–El nuevo obispo de Zamora le ratificó como vicario episcopal para Asuntos Sociales.

–Bueno, el procedimiento habitual cuando llega un nuevo obispo a la diócesis es que ratifique los cargos, al menos, durante un tiempo, para poder conocer y ver la realidad. Después, es normal que haga cambios, según vaya viendo la realidad de la diócesis. El obispo de Zamora es una persona de diálogo, de comunicación, cercano y se le ve un hombre de Dios.

–Si no era fácil hablar de la esperanza químicamente pura por los indicadores socioeconómicos en Castilla y León, ¿hasta qué punto ha complicado las cosas la pandemia?

–La pandemia ha traído consecuencias sanitarias, económicas, sociales y de sentido de la vida. Hay gente que se lo pregunta y quienes manejan estas informaciones dicen que el número de suicidios ha aumentado. Por eso, en medio de la situación, la Iglesia y Cáritas tenemos que generar esperanza ante la dificultad. No podemos perder de vista que siempre que hay vida hay esperanza. Dentro de las muchísimas dificultades no podemos tirar la toalla. Nos hundiríamos como personas, como sociedad y como Iglesia. Debemos transmitir a la gente que es posible, por muy mal que estemos.

–¿Cree que es más fácil legislar sobre determinados temas cuando el mundo está apesadumbrado y asustado?

–Sí, tristemente. El miedo crea en las personas una situación de indefensión que facilita que nos cuelen lo que quieran. Por ejemplo, ¿era este el momento para la ley de eutanasia? Yo creo que no. Hay que apostar siempre por la vida y nos están diciendo desde ámbitos científicos que hay que hacer una ley de cuidados paliativos porque la gente quiere vivir, no morir.

–Usted padeció la COVID-19 en los primeros momentos de la pandemia. ¿Cómo vivió la enfermedad?

–No necesité estar en la UCI pero lo pasas mal. Eres relativamente joven y sin patologías previas pero, con una neumonía bilateral, nunca sabes lo que puede pasar. Cuando me dijeron esto, pensé: “Señor, en tus manos estoy”. En ese momento, experimentas una paz tremenda y, a la vez, la vulnerabilidad que tenemos. Pensamos que podemos ganar hasta la vida eterna con los medios científicos, que vamos a llegar a Marte y todo eso pero somos tan frágiles que un bicho imperceptible pone en jaque a todo el Planeta.

–Cáritas atendió en Castilla y León a más de 130.000 personas en 2019. ¿Cuánto ha aumentado la cifra en 2020?

–Hablamos de, aproximadamente, un 25% de aumento en este período. Es decir, Cáritas ha atendido en Castilla y León a unas 170.000 personas este año. Los ERTE están sirviendo de amparo pero no se sabe qué va a pasar, depende de muchas variables. Por otra parte, el Ingreso Mínimo Vital va muy lento. No se le ha concedido a mucha gente, después de varios meses y, cuando lo solicitan, se para la Renta Garantizada de Ciudadanía. Ha habido una descoordinación entre ambos ingresos que, en vez de ayudar, ha facilitado que mucha gente haya salido todavía más perjudicada en momentos difíciles. Es un tema burocrático que, felizmente, parece que ahora está, más o menos, canalizado y orientado. Luego ha habido gente con ERTE que no ha cobrado, autónomos sin ingresos o gente que estaba trabajando en economía sumergida que ahora no tiene nada.

–Cuando había cierta bonanza, ya era abrumador pensar cómo solucionar las carencias de esta sociedad. ¿Cómo han respondido las administraciones con Cáritas?

–En este momento, ha habido alguna administración que ha reaccionado y otras, no. Por ejemplo, la Diputación de Zamora ha visto la necesidad y que Cáritas llega a las personas necesitadas y ha duplicado la subvención respecto a 2019. En Castilla y León, la Junta se ha mantenido lo que teníamos y es una de las cuestiones que debemos plantear. Debemos ser reivindicativos ante las administraciones porque estamos atendiendo a mucha más gente con los mismos recursos. Eso es muy difícil de mantener.

–¿Qué nivel de solidaridad registra Castilla y León?

–Se mantiene la tendencia de solidaridad, sobre todo en el ámbito individual. La iniciativa particular y de muchas empresas ha sido generosa y eficaz. Hemos notado de forma importante la confianza que las empresas tienen en Cáritas.

–¿Qué planes tiene Cáritas de Castilla y León para los próximos meses?

–Se presentan complicados. Dios quiera que, con las vacunas, la situación sanitaria vaya mejorando durante el primer semestre de 2021. No será de la noche a la mañana y habrá que tener paciencia y prudencia. El problema sanitario arrastra el problema económico. La destrucción de empleo y de tejido empresarial y social va ser muy difícil de recuperar y más en lugares como Zamora, Soria, Ávila, Palencia, por ejemplo. Cuando una tienda, un bar o cualquier negocio cierra, es difícil que vuelva abrir. El escenario de todo 2021 va a ser difícil. Esperemos que la evolución sanitaria permita la evolución de la economía.