Otra vez. Para la hostelería, los recintos deportivos cubiertos y para los negocios no esenciales de los centros comerciales, ayer fue otra vez 14 de marzo. Hoy vuelven a un confinamiento que, esta vez, solo les afecta a ellos. “Es si cabe peor”, reflexionan todos. “En marzo se cerró todo, lo entendimos. Ahora solo nos cierran a nosotros, parecemos los apestados, los culpables de que el virus se extienda. Es muy injusto”. Las nuevas restricciones llegan a unos negocios que están ya “con los ánimos muy bajos” después de meses de duro trabajo que “ahora empezaban a dar sus frutos”. De nuevo, cerrojazo. De nuevo a casa. De nuevo a ser titulares de un negocio con cero ingresos. Es algo que ni siquiera se plantea en los libros de economía. Las pérdidas sí, pero mantener un negocio sin ingresos es algo tan impensable que no aparece ni en la teoría. Mientras, las facturas siguen llegando al buzón, el alquiler del local pasa cada principio de mes y las administraciones no aflojan a la hora de llevarse su bocado de impuestos. “Te planteas si vale la pena seguir”.

“La única actividad que tenemos es la venta de billetes para gente que quiere volver a su país”

Beatriz Plaza - Agencia de viajes

El cese de actividad afecta, de nuevo, a la hostelería. Hasta hoy, todas las restricciones sobre la actividad económica aprobadas por todos los gobiernos han afectado a la hostelería. “¿Que cómo lo llevamos? Esto no se puede llevar de ninguna manera”, apunta María Rodrigo, del bar Las Calabazas. “Aquí hemos hecho una inversión para adaptar el local. ¿Ahora qué? ¿Lo hemos hecho para nada? ¿Nos van a decir que volvamos en diciembre? ¿Para cuánto tiempo?”, preguntas sin respuesta que se hace todo el sector. “No sé qué quieren. Que la gente se muera de hambre”.

Toñi Juy, ayer, en su bar. Emilio Fraile

Para Juan Chillón, dueño del bar que lleva su nombre, la situación es de máxima incertidumbre. Chillón augura un cierre de más de dos semanas, lo en principio aprobado por la Junta, mientras “Lucho”, trabajador del bar, asiente y añade que “está demostrado que en la hostelería no hay muchos contagios”. Ambos hablan en un bar prácticamente vacío, con la barra precintada, mientras los clientes que resisten se acomodan dentro de una nueva estructura exterior que protege las mesas del frío. Flojos inicios los que va a tener una estructura que en las próximas semanas no tendrá a quién proteger.

Toñi Juy, del Bar Aureto, asegura no entender las razones del nuevo cierre. “No lo esperábamos, la verdad. Estamos muy desanimados, más que nunca. Ahora cerramos solo nosotros, los bares... Pero estamos haciendo las cosas bien. En mi bar se hacen las cosas bien. Está limpio, desinfectamos. Aquí no hay contagios, eso es seguro. Nos hemos adaptado a todo lo que nos han dicho y aún así nos cierran, no sé qué más quieren que hagamos”, se lamenta. Toñi se despide igual de todos sus clientes. No es un “hasta mañana”, es un “hasta la vuelta”. “Ojalá que sea lo antes posible, pero contamos con al menos un mes”, asegura.

Los restaurantes son otro de los negocios que deben cerrar, al menos, durante estos quince días, dejando en algunos casos la opción del servicio de comida a domicilio o recogida en el local. Después de pensarlo, el restaurante Stop de la capital ha decidido hacer una parada casi obligatoria. En su caso particular, cumplirá su año de apertura este próximo diciembre, con unos primeros meses que han sido toda una odisea, con cierres, pérdida de mercancías, un ERTE todavía vigente y unos gastos generales que la pandemia no ha frenado.

"No somos el problema"

“Llevamos en el negocio treinta años, toda una vida, ya que tenemos restaurantes en Sanabria y Benavente, pero esta situación, que no es culpa de nadie, es muy difícil de llevar”, reconoce Omid Ismael Iranpour. Subraya que es consciente de que la seguridad es primordial ahora mismo, pero también solicita ayuda para un sector muy vapuleado “con la eliminación de algunas tasas o impuestos”, sugiere, “antes de que todo esto explote”, zanja.

“Es frustrante porque este es un espacio seguro. Esperamos estar abiertos para el Black Friday”

Estibaliz Gallego - Trabajadora de joyería

Si el ambiente que se vivía ayer en la restauración era de tristeza, en los comercios de centros comerciales que tienen que cerrar hoy la sensación es directamente de enfado. Se sienten agraviados con respecto a los negocios que están en la calle, que sí podrán abrir. Sonia San Damián, de Merkal Calzados en el centro comercial Valderaduey, lo resume. “Lo hemos preparado todo para que haya seguridad. La gente, aunque la situación es mala, nos ha respondido. Y ahora cierran una tienda que está preparada y es segura solo porque no tiene acceso desde el exterior. Para nosotros es muy difícil de entender”, asegura. En la galería del centro comercial ayer reinaba la confusión. Los comercios que pueden seguir abiertos por ser esenciales —alimentación, peluquerías (esta vez sí) o tintorerías— se afanaban en anunciar a sus clientes que siguen trabajando. Otros no tenían más que contestar con un “no” a la pregunta sobre si hoy estaban abiertos. Es el caso de la joyería Jolfer, donde Estíbaliz Gallego calificaba la situación de “frustrante” porque “estamos muy cerca de la calle”, por un acceso que podrán utilizar quienes vayan a comprar comida pero no joyas. “Nos hemos esforzado en tener un espacio seguro que ahora hay que cerrar. Esperamos que nos dejen abrir para el Black Friday”, a finales de noviembre, “pero no lo tenemos claro”.

Beatriz Plaza gestiona expedientes en una agencia vacía. Emilio Fraile

Para Beatriz Plaza, trabajadora de Viajes Eroski, la situación “no es justa”. Sin viajes a la vista, Plaza trabaja para enviar los expedientes abiertos a otras agencias del grupo y confiesa que, en las últimos semanas, el único trabajo ha sido gestionar billetes de gente que quiere volver a su país o que regresa desde el extranjero. Eso y hacer frente al aluvión de peticiones de devolución que ha llegado con las restricciones a la movilidad. “Nosotros somos intermediarios. Los mayoristas sí han devuelto su parte, pero muchas compañías aéreas no y nosotros no se lo podemos reingresar al cliente”. ¿El futuro? “Difícil. Yo veo 2021 casi perdido. A ver si en 2022...”.

“Hemos hecho una inversión para adaptar el local y ahora nos vuelven a quitar nuestro sustento”

María Rodrigo - Hostelera

A Macario Martín, dueño del gimnasio Maclou, el cierre le pilla por partida doble. Es un recinto deportivo y, además, está ubicado en una gran superficie. En la planta alta de un centro comercial ayer sin ninguna actividad, con restaurantes con la persiana bajada y con el cine cerrado hasta nuevo aviso. “Desolación, impotencia, frustración, indignación...”. A este emprendedor se le acaban las palabras. “El martes, cuando escuchamos que nos volvían a cerrar, mi mujer se puso a llorar. No somos un foco, no entendemos las razones. Nos están masacrando”, asegura. Martín, como hacen otros empresarios, pide compensaciones. “Dinero directo, no créditos. En marzo aprobaron los ICO. ¿Y ahora qué? Tengo un crédito más para un negocio que no puedo abrir. Eso es estar peor que antes. Es necesario dinero directo, como ha hecho Alemania”, apunta. “Nos cierran ahora, justo en la campaña de invierno, en nuestros meses fuertes. Te preguntas si vale la pena seguir o si es mejor cerrar e intentar salvar lo que podamos”. Abatido, el dueño del gimnasio asegura que “hemos hecho de nuestro negocio un lugar seguro. Nadie se quita la mascarilla. Hay geles, la gente desinfecta las máquinas y, si no pueden hacerlo, lo hacemos nosotros. Es un atropello. El poco civismo de algunos durante estos meses lo estamos pagando ahora nosotros”, se queja.

La planta de arriba del centro comercial Valderaduey, vacía. Emilio Fraile

Lorena García, directora del gimnasio Actual Fit 24, se confiesa “en shock”, máxime cuando, como antes indicaba su colega, han cumplido con todas las medidas que se les iban imponiendo, “desde poner mamparas hasta las máquinas de ozono, terminando por tener las mascarillas puestas en las clases colectivas”, pone como ejemplos. “Según los estudios, el contagio en los gimnasios se sitúa en el 0,28%, algo mínimo. Además, la práctica deportiva es fundamental, hay muchos enfermos que hacen ejercicio como rehabilitación. No sé por qué nos ven como un peligro en vez de como un beneficio para la salud”, lamenta. Macario Martín y Lorena García agradecen el apoyo de unos socios que “prometen volver”. “Te dan mucho calor y nos animan, pero es cierto que ahora que nos había costado recuperar la confianza de muchos de ellos para volver, este nuevo cierre es un mazazo”, reconocen ambos.

“No sé por qué nos ven como un peligro y no como un beneficio para la salud de las personas”

Lorena García - Directora de gimnasio

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Junto con ellos, ayer echaron el cierre cerca de dos mil negocios en la provincia de Zamora. La mayoría del sector de la hostelería, pero también zapaterías, tiendas de colchones, de repuestos para el coche, gimnasios o centros de pilates. Negocios que suman al hecho de cerrar la sensación de que están siendo apuntados como los culpables del aumento del COVID en la provincia. La siguiente fecha marcada en el calendario es la que les indica cuando podrían retomar la actividad. Es el 20 de noviembre, dentro de dos semanas, aunque la mayoría asumen que serán más. Sobre todo en el caso de la hostelería, donde se conforman con salvar los muebles en Navidad. Mientras, empresarios y trabajadores afectados se quedan hoy en casa. “Nosotros somos los primeros, ojalá que no pase de aquí”. Eso llevaría a toda la sociedad, de nuevo, al 14 temido de marzo. Otra vez.

“Estamos desolados. Nos costó recuperar y, cuando teníamos algo de esperanza, nos la han quitado”

Macario Martín - Dueño de gimnasio