“Homo musicalis. La prehistoria de la música” es el título de la charla demostrativa que ofrece hoy el experto Pablo Canalis en el salón de actos de La Alhóndiga, dentro de las Segundas Jornadas Prehistóricas de Zamora, que finalizan esta misma semana.

–¿La música es tan antigua como el hombre?

–La música nos acompaña desde los orígenes de nuestra especie, el Homo Sapiens. Estudios recientes incluso apuntan a que hay muchas pruebas a favor de la musicalidad de otras especies anteriores, como el Neandertal, aunque no haya restos de instrumentos musicales descubiertos por la comunidad científica.

–¿Cómo fueron esos inicios de la música?

–Para estudiar los orígenes de la música se suele recurrir a disciplinas como la arqueología, la etnología, la musicología comparada, la organología, que estudia el origen y evolución de los instrumentos musicales, la antropología y luego, más recientemente, otras ciencias como la paleogenética, la neurociencia y la psicología, que nos ayuda un poco a descifrar las claves que están en nuestro cerebro y que son fundamentales para comprender esos inicios.

–¿De qué época datan los instrumentos más antiguos encontrados?

–Los instrumentos musicales más antiguos que se han encontrado tienen 40.000 años aproximadamente, pero había instrumentos antes, seguro. Lo único es que o no han sobrevivido a nuestra época, o no se encontraron o se identificaron como tales, porque hay veces que los instrumentos son difíciles de identificar. Por ejemplo, es más sencillo hacerlo con las flautas con agujeros.

–Porque además, son más parecidos a los que utilizamos en la actualidad.

–En el fondo, muchos de los instrumentos primigenios se siguen utilizando actualmente, aunque con diferentes materiales y formas de construcción. Pero casi todos los instrumentos que se usaban en la prehistoria se siguen usando en nuestros días. Podría ser que alguno no se haya descubierto y que se usara, pero es poco probable, porque muchos los conocemos a través de la etnología, que se encarga de comparar la cultura de los cazadores recolectores desde el siglo XIX. Los antropólogos se preocuparon de estudiar las tribus y su modo de vida y de ahí se encontraron unos rasgos comunes que pudieron darse también en la Prehistoria. Aunque también es un poco una trampa, porque no se puede tomar como literal, ya que cada cultura tuvo una evolución independiente o intransferible, aunque estuvo en contacto con otras culturas y con nuestra civilización, así que tuvo un “feedback”, es decir, no se puede considerar como una célula aislada. Pero sí que se pueden conocer muchos instrumentos a través de ellas.

–¿Qué papel jugaba la música en la Prehistoria?

–El comportamiento musical jugó un papel clave en la supervivencia del ser humano, un papel decisivo en la cohesión social de los individuos. La música sirve para establecer vínculos de unión. Pero cuando me refiero a la música no lo hago en el sentido occidental de la palabra actual, sino que es un término más amplio de musicalidad, de capacidad para entonar y producir unas melodías y secuencias rítmicas con un efecto, hechas a conciencia con una finalidad. La música contribuyó a crear vínculos como el de una madre con su bebé, por ejemplo, porque el niño la entiende antes por la entonación de la madre que por el propio significado de sus palabras. Ese es un ejemplo de vinculación por esa cualidad melódica de la voz, sin necesidad de vocalizar. La música, de esa misma manera, crea vínculos entre individuos de la misma familia, del mismo grupo y entre diferentes grupos.

–¿Había alguna época especial donde la música cobrara un protagonismo especial?

–En muchas etnias en la época de lluvias, donde pasan más tiempo en sus casas y no salen tanto a cazar, porque las circunstancias no se lo permiten, suele ser cuando celebran sus festivales y rituales de fertilidad y apareamiento, cuando cortejan y establecen las parejas. Y suelen ser épocas en las que la música está más presente. Hay que tener en cuenta esa parte de la cohesión que produce la música.

–¿Servía también como simple entretenimiento?

–Por supuesto que tenía también esa finalidad desde su orígenes. Pero no hay que entender la palabra entretenimiento como sinónimo de simplemente matar el rato, porque es algo fundamental para el estado de salud mental de la gente. La música es un sustituto de la interacción social hasta cierto punto y la mente también lo necesita. Otro papel fue el de la comunicación para mandarse mensajes. Antes de que hubiera teléfonos se hacía a través del sonido para transmitir un mensaje de una tribu a otra. Hay parámetros que te permiten codificar más información y se puede hacer una melodía con varias notas diferentes, transmitir más información que con un solo sonido. Luego el ritmo y la velocidad también pueden cambiar el mensaje, pero fue fundamental en la comunicación.

–¿Tenía más usos?

–Otro uso muy importante fue el ritual. Desde los comienzos de la humanidad, en la base de todas las religiones jugaba un papel importantísimo la música. Una de las primeras obras teatrales fue la representación de escenas de caza antes de salir a hacerlo, de esa manera, se esperaban atraer buena caza. Esas primeras representaciones son imposibles concebirlas sin que hubiera sonido o una forma musical. A día de hoy, no existe ninguna religión en el planeta que no tenga su propia música para la liturgia.

–Llega a Zamora con una charla demostrativa. ¿Qué podrá ver el público?

–Primero explicaré con una introducción los orígenes de la música de una manera amena y comprensible, para ofrecer un contexto. La parte demostrativa viene porque llevo una serie de instrumentos musicales, en base a criterios organológicos, para que la gente vea cómo funciona una bramadera, una flauta globular o un silbato de falange de ciervo, por ejemplo. Se podrá ver y escuchar cómo suenan esos instrumentos, así que no será una conferencia al uso.

–Después de tantos años de estudios, ¿qué instrumento es el que más le ha sorprendido?

–La bramadera me sorprendió mucho, porque es un instrumento muy sencillo, que consiste en una tablilla a la que se ata una cuerda, se gira en el aire y produce un zumbido. Ese instrumento se puede encontrar en los cinco continentes, los más antiguos tienen 15.000 años, pero probablemente los hubiera antes. Hay muchísima literatura sobre él, desde finales del siglo XIX hasta ahora, en muchísimos estudios en las zonas de Australia y Papúa Nueva Guinea, con estudios antropológicos en los que se demuestra que ese instrumento juega un papel importante en los mitos, las historias y los rituales de iniciación. Y es sorprendente que en lugares tan alejados del planeta tengan significados paralelos.