El crecimiento de la pandemia en las últimas semanas pone aún más en tela de juicio el regreso a los colegios. Seis meses después del decreto del estado de alarma y del cierre de los centros educativos, los más pequeños esperan la oportunidad de volver a aprender junto a sus amigos y maestros. Los padres planean la vuelta al cole con cautela y eso influye en las librerías, que, con menos ventas que en años pasados a estas alturas, aguardan con inquietud las decisiones tomadas por las autoridades y los centros escolares. Las próximas semanas serán claves para conocer los planes del curso escolar más complicado, extraño e incierto de las últimas décadas.El tramo final del mes de agosto siempre ha sido sinónimo de preparación para la vuelta al cole. Los niños apuraban sus vacaciones mientras los padres se desvivían para reunir todo lo necesario para el regreso. Sin embargo, todo hace indicar que este curso los preparativos serán diferentes. La demora del inicio, la incertidumbre de no saber cómo será el regreso y la crisis económica son los tres factores que influyen en el retorno más incierto. Las librerías zamoranas, con menos demanda de la habitual, aguardan a la espera de las decisiones sobre el inicio.

Por encima de todas las dudas sobre el inicio de curso sobresale el no saber en qué formato se desarrollará. A dos semanas de septiembre, mes que da inicio al periodo escolar, no hay certezas sobre si las clases serán online, presenciales o una combinación de ambas. El ascenso de la pandemia en las últimas semanas hace indicar que la mayoría del curso se llevará a cabo de forma telemática. Sin embargo, ni los colegios ni las autoridades educativas se han pronunciado de manera clara.

Las librerías zamoranas trabajan bajo esa incertidumbre. El habitual ritmo alto de finales de agosto se ha convertido este año en una relajación que no saben cuándo terminará. Pilar García, gerente de Mil Hojas, afirma que “todo va muy despacio”. “Al no saber cómo va a ser el curso, la gente prefiere esperar hasta el final. Algunos padres van comprando algo, pero muy pocos se atreven”, reconoce Pilar.

Una madre entra en el establecimiento con la intención de recoger el material escolar de sus dos pequeños. Las dudas de cómo será el nuevo curso no influyeron en su decisión de cubrirse las espaldas ante lo que venga. “Esta familia fue de las primeras en encargar los libros. Sea como sea el curso, los niños tienen que hacer algo”, manifiesta la dueña del establecimiento. Respecto a los habituales deberes veraniegos, la gerente ha declarado que “material de verano apenas se ha comprado, imagino que por el estrés del confinamiento”.

Una situación similar vive Librerías Pya. Las pocas reservas de libros y material dejan ver la inquietud existente. La comparación con otros años muestra grandes diferencias. “Otros años, en junio y julio mucha gente ya había reservado. Este año, la inseguridad hace que apenas haya encargos, ni siquiera ahora”, reconocen en la librería. Además, la saturación del confinamiento provocó una bajada de ventas de material de vacaciones. “La gente ha preferido comprar libros de lectura que cuadernillos de verano”, afirman.

Didot vive en una posición opuesta a la del resto de librerías. A pesar de la situación, el establecimiento acumula trabajo a la espera de noticias sobre el regreso escolar. “Recibimos bastantes reservas, pese a la dificultad de la situación. Hay momentos en los que tenemos a gente haciendo cola en la calle”, reconoce Marisa, empleada del local.

Aunque la demanda es notable, la trabajadora considera que existen problemas que puede afectar tanto a la empresa como a los clientes. “El principal contratiempo es que hay mucha gente que está aguantando hastaa septiembre, donde es posible que la demanda se concentre. Si todo el mundo espera, muchos se pueden quedar sin material”, manifiesta. Marisa considera que, a pesar de las dudas, la compra de material es esencial para los niños, y anima a la gente a anticiparse. “Si luego nos vuelven a encerrar y los niños no tienen libros, ¿qué hacen? Ellos tienen que trabajar en casa”, asevera.

Respecto al material de vacaciones, Didot coincide con los otros establecimientos en la incidencia de la cuarentena en la compra de este tipo de material. “Los niños estaban cansados de trabajar en casa durante el confinamiento. La mayoría de padres no han querido cargarlos más con deberes veraniegos”, declara.