"Miradas", el primer disco del maestro toresano David Rivas fue presentado de manera oficial, ayer, a última hora de la tarde en la Casa de Cultura. El CD es un proyecto que el compositor llevaba ya tiempo queriendo desarrollar, y, como ya tenía repertorio suyo en los discos de otros artistas, "me apetecía tener una obra propia", señala Rivas. Son obras hechas entre finales del 2016 y finales del 2018. "Son obras que yo hice durante estos dos años, y a principio del 2019 las seleccione para poder llevar a cabo el proyecto que se hizo en marzo. El CD lleva en mis manos a finales de junio, y, por ello, quería presentarlo de manera oficial", asegura el maestro.

El título: "Miradas", es un juego, según narra Rivas, que hace referencia a las fotografías que muchas veces utiliza para sus obras o carteles en las que destaca su mirada. Además hace referencia a "como miro yo a mi música. Ese juego de sentimientos entre el pasado, mi evolución y de cómo lo miro yo", señala.

En total el disco tiene cinco obras, todas grabadas con la Banda Municipal de Bilbao, con el maestro José Rafael Pascual Vilaplana, "uno de los mejores directores de música de banda que tenemos en Europa", informa Rivas. A mayores el compositor ha contado con tres solistas: Juan Ferrer, al clarinete; David Muñoz, también toresano, a la tuba; y Maria Zubimendi en el acordeón.

Además, destaca que cada una de las canciones son especiales, y que elegir sólo cinco le costó mucho. "Hay que pensarlo mucho porque cada creación tuya es como un hijo y es muy difícil elegir. Todas son especiales porque representan en mi carrera cosas que para mí han significado mucho".La primera de las obras es "La ruta del Cid"; el disco continúa con "Anam", un concierto de clarinete y banda, dedicado a Juan Ferrer. "Es una obra que marcó un antes y un después en mi manera de componer, una evolución", informa Rivas. La tercera es "Los últimos días de Troya", obra que ha esta.do en el Certamen Internacional de Música de Valencia, como obra obligada en tercera categoría, "lo que ha sido un honor auténtico". La cuarta de ellas es "Barba Roja", para tuba y banda, dedicada a David Muñoz; y se cierra con "Cabaret Órbigo", una obra que tiene unos momentos de acordeón solista y es divertida, fresca, y diferente al resto de las composiciones.