Toro revivió ayer la fiesta del Santísimo Cristo de las Batallas, en la que la devoción y el fervor que los toresanos profesan a la imagen de su patrón se mezclaron con la alegría de una jornada campestre, en la que no faltaron sabrosas viandas o la típica limonada. Desde primera hora de la mañana, numerosos toresanos se congregaron en la pradera en la que está enclavada la ermita del Cristo de las Batallas para asistir a las misas que fueron oficiadas por las intenciones de diferentes asociaciones y colectivos que desarrollan una importante labor social en la ciudad, aunque la que congregó a un mayor número de devotos fue la eucaristía celebrada a las doce del mediodía y concelebrada por siete sacerdotes.

Los abades en ejercicio siguieron con especial emoción la ceremonia religiosa, cargo que este año ha recaído en Francisco Javier Valle, Andrés Izquierdo, Ramón Casares, Jesús García, Luis Alberto Medina y los hermanos Samuel y David Hernández de la Calle. Una vez concluida la Misa Mayor, los toresanos cumplieron con la tradición de besar la reliquia y pedir al Cristo de las Batallas protección y, sobre todo, salud para disfrutar de esta fiesta durante muchos años más. Acto seguido, cofrades, familiares y autoridades se trasladaron hasta la hospedería situada junto a la ermita para compartir el tradicional refresco que cada año organiza la hermandad el Lunes de Pentecostés. A la misma hora, muchos toresanos comenzaron a preparar un opulento almuerzo que compartieron con familiares y amigos durante la comida campera en la que no podían faltar sabrosos platos como tortilla de patata, pimientos, torreznos o carne a la parrilla, regada con vino de Toro o limonada. Muchos aprovecharon las horas previas a la celebración de la tradicional procesión para compartir una animada sobremesa con sus seres queridos y amigos, mientras que otros optaron por pasear por la pradera y disfrutar de las atracciones infantiles o visitar los puestos de venta instalados en el paraje.

Durante este recorrido por la pradera, los toresanos pudieron comprobar que el Ayuntamiento ha acometido diversas mejoras en el paraje durante las últimas semanas, tales como la replantación de nuevos árboles y la reposición de plantones secos, el arreglo de bancos y mesas que presentaban un notable deterioro, la colocación de nuevo mobiliario, la reparación de barbacoas, la limpieza de aparcamientos o cunetas o la eliminación de algunas pintadas en el entorno. Tras la sobremesa, los toresanos se acercaron de nuevo hasta la ermita para asistir, a las 18.30 horas, a la emocionante salida de la procesión en la que, por turnos, los cofrades portaron a hombros la venerada imagen del Cristo de las Batallas, acompañada por la Virgen de la Guía. Un año más, la Banda de Música La Lira acompasó el desfile procesional por la pradera durante el que los toresanos pudieron admirar, por primera vez, el nuevo estandarte-guión de la cofradía donado por la artista toresana Elena García Sánchez y que reproduce, con gran realismo, el rostro del Cristo de las Batallas, una imagen de autor anónimo y esculpida en el siglo XVI. La talla fue restaurada en 2009 por la Escuela de Restauración de Bienes Culturales de Madrid.