MATERNIDAD TARDÍA

España cuenta con las madres más mayores de Europa: ni la estabilidad laboral, ni las políticas sociales acompañan

Razones como la economía, los problemas para conciliar o la inequidad de los hogares hacen que en el país haya más personas teniendo hijos a los 40 que a los 25 años

El número de nacimientos de madres de 40 o más años ha crecido un 27,9% en los últimos 10 años.

El número de nacimientos de madres de 40 o más años ha crecido un 27,9% en los últimos 10 años. / EFE

María G. San Narciso

A las puertas de los colegios a lo largo y ancho del país se ve cómo la franja de edad de las personas que esperan es cada vez más amplia. España, en general, es un país de madres mayores. Es el estado de la Unión Europea con mayor proporción de nacimientos de madres que han cumplido los 40 años. Fueron un 10,7% en 2021 -el último año para el que hay datos en toda la UE- frente al 5% de la media europea, según un análisis de Funcas. El porcentaje se registró en Galicia (14,4%), seguida de Asturias (12,4%), Madrid (12,3%) y Cantabria (12,2%). 

Este think tank reveló que, si bien en 1981 la edad media para ser madre se situó en los 28,2 años, la cifra más baja desde el inicio de la democracia, en 1996 superó el umbral de los 30 años, y en 2021 alcanzó los 32,6 años, la segunda edad más alta de maternidad en toda la Unión Europea, solo por detrás de Irlanda (32,7 años). Los expertos consultados por El Periódico de España, del Grupo Prensa Ibérica, exponen que existe una brecha muy grande entre la edad que las mujeres en España consideran como ideal para ser madres y los años a los que lo logran. Un hecho que puso de manifiesto el INE en su última encuesta de fecundidad en el 2018. Por aquel entonces, cuando se les preguntaba a las mujeres por su edad reproductiva, un 42% declaraba haber tenido su primer hijo mucho más tarde de lo que hubieran deseado hacerlo: alrededor de cinco años. Cuando se les cuestionba por qué, señalaban razones económicas, laborales, de conciliación entre la vida laboral y familiar, y el no haber encontrado antes una pareja estable. 

Cinco años después, la situación viene a ser prácticamente la misma. El último estudio de la oficina europea de estadística Eurostat vincula el retraso, "entre otros factores, con las mayores tasas de participación femenina en la educación superior, con el incremento en el número de mujeres que eligen establecer una carrera antes de formar una familia" o, también, con "los niveles más bajos de seguridad laboral y el empleo precario". Teresa Martín, socióloga e investigadora del CSIC, también resalta que las barreras, a nivel laboral, explican esta brecha en comparación con otro países europeos. "El desempleo es más alto. La precariedad laboral es superior. Hay una mayor incertidumbre en general", señala.

En comparación con generaciones anteriores, las mujeres esperan a tener un empleo antes de plantearse tener hijos. Aunque no se trata solo de tener un trabajo, sino de tener las condiciones idóneas, como un sueldo que lo permita, capacidad para conciliar o estabilidad laboral, entre otras. En este sentido, su grupo ha estado investigando si influía en algo el trabajar en el sector público o en el privado. Como era de esperar, y pese a los altos niveles de temporalidad que se encontraron en la administración, las del primer grupo tenían menos problemas para ser madres que las del segundo, seguramente, creen, por tener "más facilidades de conciliación, la flexibilidad por el horario y un ambiente más amigable".

Desigualdad en los roles

Otro factor que el Eurostat introduce en la ecuación es el "coste creciente de la crianza de los hijos y la vivienda" o de "una disminución en el número de unidades familiares tradicionales", y observa que son las mujeres que viven en sociedades más predominantemente urbanas las que cuentan con medias de edad más altas en el momento del parto.

Para Martín también es determinante el hecho de que, cuando una se pone a pensar en el futuro, pueda tener en cuenta que "el apoyo a la crianza y a la conciliación son más bien escasos". Por mucho que se haya avanzado por la igualdad de género en cuanto a los permisos de maternidad o paternidad, por ejemplo, la desigualdad sigue presente de puertas adentro. La división de la responsabilidad de la crianza dentro de la familia "es una asignatura pendiente", ya que recae en ellas el mayor peso de la crianza, lo que hace que cada vez tengan una preferencia mayor por una carrera profesional.

Darcy Lockman, en su libro Toda la rabia (Ed. Capitán Swing), expone cómo los científicos sociales han desvelado que los padres que trabajan muchas horas tienen esposas que se ocupan más del cuidado de los niños, mientras que las madres que trabajan muchas horas tienen maridos que duermen más y que ven mucha televisión. En general, como expone en su investigación, ellas se dan cuenta de que no hay equidad ninguna en los hogares termina cuando llega el primer bebé.

Pese a que la mayoría de experiencias que recoge en la obra son de Estados Unidos, en todo el mundo occidental la situación es parecida. En 2023, el estudio Desigualdades de género en el trabajo remunerado y el no remunerado tras la pandemia, hecho público por el Observatorio Social de la Fundación "la Caixa", mostró que en España las mujeres dedican cada semana 15 horas más que los hombres a las tareas del hogar y el cuidado de sus hijos e hijas ―43 frente a 25 horas―, un total de 780 más al año. Algo que hace que muchas se piensen hasta qué punto están dispuestas a renunciar a su vida social su cuidado personal y a su propia carrera profesional si su papel de madres va a llevar buena parte de su tiempo libre -y su sueño- por la falta de co-rresponsabilidad.

Problemas para conciliar

"Los permisos remunerados para mujeres y hombres", la equiparación de su duración "o la prestación de servicios de cuidado infantil desde una edad temprana", son otras de las medidas que señala el Eurostat como catalizadoras de la maternidad, pero muchas de ellas no llevan el suficientemente implantadas en España como para ser evaluadas.

Martín indica que las políticas pronatalistas, como las tranferencias económicas, ayudan, pero no son suficientes: "Nunca van a cubrir la totalidad del coste de la crianza en cuanto a recursos y tiempos. Lo que se necesita es un paquete de políticas sociales que apoyen a las personas en sus proyectos reproductivos". Por ejemplo, con más escuelas infantiles. "Cuando los menores tienen de 0 a 3 años, el beneficio no es solo para padres madres por el tema de la conciliación, sino también para su propio desarrollo, cognitivo, emocional, especialmente para aquellos pequeños de los entornos más desfavorables", añade. Expone que en los países nórdicos, aún habiendo una fecundidad inferior al nivel de reemplazo, es muy superior a la española.

"Quizá de los puntos diferenciadores sean estas escuelas, universales y accesibles a todas las familias. En España se sigue tirando mucho de los abuelos y abuelas. Al final, el presupuesto público a la infancia es muy inferior. El PIB destinado a políticas familiares no llega al 2%. Es casi la mitad que en otros países como Francia como Suecia. Esto hace que el cuidado recaiga sobre todo en las mujeres y en esa red de abuelos que hasta ahora ha ido funcionado, pero que ya no es un recurso disponible en todas las familias", añade.

"Yo siempre pongo el ejemplo de que llegar a tener hijos es como correr maratón.Hay muchas personas que empiezan a correrla pero no llegan a la final. Es la diferencia entre España y Suecia o Francia, que allí te ayudan", aseguraAlbert Esteve, director del Centro de Estudios Demográficos (CED) y responsable del informe La infecundidad en España: ¡tic-tac, tic-tac, tic-tac!. Lo hacen, por ejemplo, con permisos para flexibilizar la jornada o ayudas. Y eso, aunque tanto el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, como el de Igualdad se han comprometido a mejorarlo, todavía queda mucho por hacer. Por algo el 84% de las excedencias que se dan de alta en España para los cuidados corresponden a las mujeres.