El 21 de diciembre de 2012 las cofradías confiaron la dirección de la Junta pro Semana Santa a Antonio Martín Alén. El órgano se encontraba entonces contra las cuerdas, después de los repetidos esfuerzos de los representantes por hacer presidente a Chano Lorenzo -el candidato que no quería el Obispado-, tras un cúmulo de adversidades en el ámbito económico. Con Alén no solo se calmaron las aguas en el seno interno de las hermandades después de un auténtico "juego de tronos" con el Episcopado, sino que todos los proyectos de la Pasión experimentaron un claro desarrollo. Todos, menos uno. Cuatro años más tarde, con la elección de Isabel García como sucesora de Alén, el centro que ha de canalizar buena parte de las visitas turísticas a la ciudad carece de ubicación, proyecto y financiación. Es la principal rémora de la celebración zamorana y uno de los desafíos que recoge la actual responsable.

El pasado lunes, Isabel García reconocía en una entrevista en este medio que Alén era el "espejo en el que mirarse". En efecto, uno de los principales logros de su mandato consistió en dar el primer paso hacia la inscripción de la fiesta zamorana en la lista del patrimonio mundial de la Unesco. Y en esto, como en situar una mujer al frente de un órgano de estas características, la ciudad fue pionera. En diciembre de 2014, la Junta de Castilla y León oficializó el reconocimiento de bien de interés cultural, de carácter inmaterial, para la Pasión. Era la primera Semana Santa en su conjunto en conseguirlo, tras hacerlo Bercianos de Aliste para la ceremonia del Santo Entierro.

La figura BIC es el paso necesario para optar al reconocimiento internacional. Sin embargo, aunque lo conseguido no es desdeñable, el reto más difícil está pendiente. García Prieto ha reconocido que será un "trabajo arduo", al que hay que añadir que no faltan competidores. Valladolid, con el Ayuntamiento al frente, también ha iniciado el camino para llegar a París y en paralelo planea la intención de algunas cofradías españolas de pedir el sello de la Unesco para la celebración en el conjunto del país. Dicha opción, cuya consecución sería asequible por la originalidad de la fiesta religiosa, dejaría en segundo plano la aventura individual de Zamora.

Las cuentas han sido siempre el gran problema del órgano de hermandades. La reducción del dinero procedente del Ayuntamiento convino a plantear un cambio radical en la financiación de los gastos de las cofradías. Si la institución local había cumplido puntual con la obligación de embellecer los destiles, principalmente a través de la música en las calles, las estrecheces económicas conllevaron la anulación del reparto de este dinero entre las hermandades. Las directivas han sabido reconducir la situación y asegurar la contratación de grupos de música. Sin embargo, las grandes han visto deteriorarse y reducirse el número de bandas que acompañaban a sus pasos, pese a recibir una compensación por sus elevados gastos. La otra cara de esta situación está en las propias cuentas del órgano gestor: no se ha vuelto a hablar de problemas económicos.

En los últimos cuatro años, la Junta pro Semana Santa ha dado algunos pasos en la promoción de la fiesta. La edición de un segundo cartel para llegar a las ferias turísticas de noviembre y enero (en Valladolid y Madrid) puede considerarse un gesto en este sentido. También han contribuido a extender la vigencia de la Pasión durante el año actuaciones como la celebración del cincuenta cumpleaños del Museo de Semana Santa o el 125 aniversario del fallecimiento del maestro Ramón Álvarez. Exposiciones, conferencias y visitas hicieron más permeable la fiesta, aunque sigue siendo una asignatura pendiente la celebración de actos y eventos que, además de garantizar la vinculación de los zamoranos con su fiesta, logren atraer público de fuera.

El proyecto del Museo de Semana Santa experimentó diferentes fases a lo largo de los cuatro años. Del planteamiento inicial, la ampliación de las instalaciones actuales con la compra del terreno anejo, se pasó a plantear escenarios alternativos en el casco histórico. El órgano plantó cara al Ayuntamiento para dar viabilidad a la reconversión del parking de San Martín en el nuevo centro que ansían los zamoranos, pero las dificultades legales anularon per se las aspiraciones. La financiación ya obtenida para impulsar el proyecto -200.000 euros procedentes de la Junta de Castilla y León- quedaron en un espejismo al no definir las cofradías qué museo construir y dónde hacerlo. Aunque las hermandades ya barajan una alternativa viable, e igualmente ambiciosa, la situación actual sigue como al inicio: no hay financiación, ni ubicación definitiva ni un proyecto concreto. Isabel García se ha comprometido a impulsar la misma comisión que Alén no llegó a concretar para impulsarlo. Hacer realidad la iniciativa es el principal reto, no solo de la nueva directiva, sino de toda la ciudad.