De estreno. La Real Hermandad del Santísimo Cristo de las Injurias trasladaba ayer a su sede, casi como nueva, los pebeteros y la mesa que procesionan cada Miércoles Santo desde la Catedral por las calles de la capital. El local, "modesto", indica el presidente, Rufo Martínez de Paz, "se compró hace once años y medio" en la antigua calle Magistral Erro, rebautizada del Silencio, una inversión encaminada a frenar "el deterioro de los enseres" de la Cofradía y preservarlos.

Los zamoranos pudieron contemplar ayer el curioso desfile de hermanos cargadores que realizaron el traslado. En andas, los pebeteros y la mesa, cubiertos para asegurar su protección. Alguna que otra maniobra fue preciso realizar para introducir la mesa en el local, dadas sus dimensiones y la imposibilidad de desmontarla, como sí fue se pudo hacer con los pebeteros, cuyos banzos se pueden retirar para almacenarlos, colgados de unos soportes. El incensario quedó sobre una plataforma metálica que facilitó su entrada en el inmueble, situado bajo soportales y entre dos columnas.

La casa de la Hermandad se pudo "adecentar" gracias a una hipoteca, "no teníamos dinero", apunta Martínez de Paz, inversión con la que "se puso un suelo lo mas barato que se encontró, más moderno", y se consiguió adecuar el local, que ahora viste totalmente reformado y con una decoración innovadora.

La obra incluyó la "redistribución de espacios", si bien su principal función es "almacenar las pertenencias de la Hermandad", además de dotar a las instalaciones de "una sala de reuniones amplia para la Junta Directiva y los distintos grupos de la Cofradía". La actuación ha incluido la protección para humedades, pero Martínez de Paz insiste en que se trata de "un lavado de cara", lo que justifica que se haya decidido "no inaugurar las instalaciones, que ya en su día recibieron la bendición del obispo", y se abrieron con un acto público. De modo que, "no es necesario ni lógico inaugurarlo por segunda vez". Lo que resta ahora, subraya el presidente de la Hermandad del Santísimo Cristo de las Injurias, es "utilizarlo". Y disfrutar del espacio para cumplir la función con la que se proyectó la dotación de la sede.

Un amplio mural, una impresionante fotografía del acto del silencio en el atrio de la Catedral, da la bienvenida a los hermanos. En el mismo pasillo, en frente, se puede contemplar un cuadro de grandes dimensiones con los retratos de todos los presidentes de la Hermandad.