Opinión | La palabra

Caminos de encuentro con Jesús Resucitado

Domingo de Resurrección, en una imagen de archivo.

Domingo de Resurrección, en una imagen de archivo. / I. B.

El evangelio de este domingo nos presenta a los discípulos llenos de dudas, ante la repentina presencia de Jesús resucitado. "Y él les dijo: ¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies. Pero como no acababan de creer...". Parece que Jesús se asombra ante la reacción de sus amigos.

Ante esta pregunta de Jesús, muchas personas hoy desplegarían una larga lista de motivos para dudar, para no terminar de creer. El escepticismo, la incredulidad, la desconfianza, las dudas respecto a la "identidad" de aquel que se les aparecía, son rasgos del camino lento y fatigoso que irían conduciendo a los apóstoles hacia la fe. La realidad de la resurrección les parecía demasiado bella como para ser verdad.

Sus dudas, incluso después de tantas señales dadas por el Señor, prueban, que los apóstoles no eran unos ingenuos. Y además, muestran que la fe no es un rendirse sin más ante la evidencia, ya que el Señor no quiere "imponerse", sino que espera la respuesta libre a una llamada.

El evangelista Lucas describe tres caminos para encontrase con Jesús Resucitado. El primero es el encuentro con las propias heridas. Para hacerse creer, Jesús nos pide que miremos dentro de sus llagas. Quizás nosotros también deberíamos encontrar el coraje de hacer lo mismo. Mirar nuestras debilidades nos hará descubrir el poder oculto e impredecible de la Pascua.

El segundo camino es la amistad. Jesús come con los apóstoles. A Jesús le encantaba estar en la mesa, porque en la mesa se crean lazos de amistad, confianza e intimidad entre las personas. Sentimos vivo al Resucitado cuando logramos abrirnos y abrir nuestro corazón.

La tercera manera es entender las Escrituras. Necesitamos entender nuestra historia, aquello que la guía, porque entonces encontramos el sentido de la vida.

El Evangelio nos puede parecer un idealismo inalcanzable. Sin embargo a medida que nos acerquemos a las heridas del mundo y atendamos las necesidades más básicas de nuestro prójimo, nos daremos cuenta de que la resurrección no es un relato didáctico y edificante sin más. Es un testimonio firme de como la vida diaria está estrechamente vinculada al plan de Dios. El Señor Resucitado nos llena de ilusión y esperanza, de fe y alegría. Él nos pide hoy que seamos testigos creíbles de su Resurrección y de su Evangelio.

Feliz Domingo.

Suscríbete para seguir leyendo