Opinión | Zamoreando

La mirada de don Fernando

Comienzo a leer el periódico por la contraportada porque busco las palabras del obispo Valera

Valera, con los hermanos de Jesús en su Tercera Caída

Valera, con los hermanos de Jesús en su Tercera Caída / Ana Burrieza

Hace ya unos cuantos días que comienzo a leer el periódico por la contraportada. Busco intencionadamente una mirada, la mirada de don Fernando Valera, obispo de Zamora, nuestro obispo. Somos cada vez más los que sentimos eso que se llama "orgullo de pertenencia", en este caso a la gran familia cristiana que preside don Fernando. Somos muchos los que, merced a los buenos oficios del prelado, abrazamos con más alegría los objetivos comunes, defendiendo los valores de la marca "Iglesia" y comprometiéndonos con su tarea. Don Fernando nos ha enganchado bien. Seguro que no ha sido algo buscado. Seguro que ha ido aflorando poco a poco en función de su trabajo que no ha sido, que no está siendo poco.

He empezado a recortar las "Miradas de Pasión" que nos regala todos los días con el fin de coleccionarlas. Las miradas de don Fernando, para llenarse de ellas, es necesario leerlas y releerlas todos los días, porque en cada lectura se "saca" algo nuevo y diferente con respecto a la lectura anterior. Y en esas estoy, tratando de aprender, de ser y de actuar con eso de lo que se nos llena la boca pero no terminamos de materializar: la humildad.

Yo creo que don Fernando nos ha enganchado por su humildad, por su cercanía, que tantas veces he alabado, porque es un obispo de calle y porque hace fácil lo difícil. Como, por ejemplo, acotar sus intervenciones. Lo fácil es enrollarse como las persianas, lo difícil es la síntesis, sin duda un don, que a mí no me ha sido regalado y del que don Fernando hace uso constante.

Cuando finalice la Pasión voy a echar de menos las "miradas" que nos ha regalado don Fernando, el gran "fichaje" (es una forma de hablar) de Begoña Galache, directora del periódico. Las Miradas de Pasión de la contraportada son de las que se clavan en el alma. Como se clavan las miradas del Cristo de las Injurias o de la más acompañada de Zamora, la Virgen de la Soledad.

La mirada del cristiano es muy distinta a la mirada del mundo. Estamos en la obligación de aprender a mirar con los ojos de Dios, desde el servicio, el compromiso y la compasión.

Suscríbete para seguir leyendo