Zamoreando

De niños y ancianos

Tratar bien a nuestros mayores pasa por el debido control de la Administración

UNA MUJER PIDIENDO AYUDA POR TELEFONO

UNA MUJER PIDIENDO AYUDA POR TELEFONO / David Revenga

Carmen Ferreras

Carmen Ferreras

La soledad es la principal preocupación entre los ancianos y niños que llaman a teléfonos sociales. No deja de ser alarmante que sea la enigmática soledad la que haya desbancado a la droga y el SIDA como principales preocupaciones sociales que conducen a descolgar los teléfonos de ayuda. El problema es especialmente grave en el caso de los niños y adolescentes. Un elevado porcentaje de las llamadas que se producen a diario, los chavalitos y chavalitas argumentan la falta de comunicación con los padres y problemas de relación familiar de diversa índole.

El teléfono, estoy pensando también en el Teléfono de la Esperanza que tan magníficamente dirige en Zamora don Emiliano Acevedo, se ha convertido en un importante instrumento de servicio social. Afortunadamente, utilizarlo impide que sucedan episodios peores que luego hay que lamentar. Estamos perdiendo la capacidad de escuchar. Mucho bla, bla, bla, pero poco aplicar el oído a los problemas de los demás.

Son necesarios urgentes cambios en el modelo de atención a niños y mayores, y una mayor sensibilidad y compromiso ético y moral para garantizar la calidad de la atención a las personas mayores

Benditos teléfonos que asesoran, informan y ayudan a distintos colectivos sociales entre los que también se encuentran los mayores, nuestros mayores, cuantas veces abandonados a su suerte que no es otra que la soledad más absoluta. He leído atentamente la entrevista de Susana Arizaga a la magistrada Belén Gómez, que deja Zamora después de once intensos años, una verdadera pena, para seguir su carrera siempre ascendente en León. Ha dejado muchos titulares. No tengo espacio para desarrollarlos, por eso me quedo con los referidos a ancianos y menores porque estoy de acuerdo con su diagnosis: "La violencia física, psicológica y sexual sobre menores en la red es tremenda". No saben gestionarlo y se producen episodios de soledad, cuando se refugian en sí mismos, incapaces de comunicar.

Eso en cuanto a los jóvenes, pero es que la magistrada, a la que deseo toda la suerte del mundo en su nueva etapa, también avisa sobre la falta de atención a las personas mayores y el pertinente control que debe llevarse a cabo en las residencias. Algunos de estos establecimientos, lejos de convertirse en una ayuda para las familias, se convierten en un verdadero problema. Tratar bien a nuestros mayores pasa por el debido control de la Administración que no siempre se muestra todo lo atenta que es preciso. Menos declaraciones y más actuaciones.

Niños y ancianos merecen la atención prioritaria en todos los ámbitos, fundamentalmente el familiar sin olvidar el institucional. El envejecimiento constituye un serio desafío a la sociedad. Son necesarios urgentes cambios en el modelo de atención a niños y mayores, y una mayor sensibilidad y compromiso ético y moral para garantizar la calidad de la atención a las personas mayores.

Suscríbete para seguir leyendo