La Opinión de Zamora

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Luis Miguel de Dios

Buena jera

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Pelillos a la mar

En pocos días se ha pasado de los insultos en las Cortes a las sonrisas presupuestarias

García-Gallardo, segundo por la derecha ANA BURRIEZA

Semana intensa y muy “completita” la que acabamos de vivir. Hubo de todo, pero realmente todavía no sabemos lo que ha ocurrido ni lo que está ocurriendo. ¿Son tan sólidas las relaciones entre el presidente y el vicepresidente de la Junta como parecían dar a entender sus sonrisas y compadreo, lógico, en la presentación de los primeros presupuestos de la coalición?, ¿son tan complejas como revelaban las caras y actitudes de algunos consejeros del PP cuando García-Gallardo llamaba en las Cortes “banda criminal” al PSOE?, ¿son tan extrañas como para poder comprender la sonrisa de Gioconda de Mañueco mientras el líder de Vox berreaba sus insultos y, al día siguiente (no en el momento, no), lanzar pequeñas admoniciones? Tal vez todo se reduzca a que ambos se necesitan para seguir donde están. Entonces, todo se explica. Todo, no. Lo de García-Gallardo no tiene un pase democrático. Y él lo sabe. Pero, desconocido como era, tiene que crearse un personaje. Y ha tirado por ahí. Cosas de la inmadurez.

Lo de García-Gallardo no tiene un pase democrático. Y él lo sabe. Pero, desconocido como era, tiene que crearse un personaje. Y ha tirado por ahí. Cosas de la inmadurez

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Vayamos por partes La semana se inició con los abominables improperios del señor García-Gallardo. No venía a cuento. Se estaba hablando de otra cosa, pero el baranda de Vox en Castilla y León tenía que dejar su impronta y recomendó a la bancada socialista que le dijeran a Pedro Sánchez, líder de su “banda criminal”, que se fuera a presidir la Internacional Socialista y dejara el gobierno de España. Ya saben la que se lió. Y ya saben también que el presidente de las Cortes, Carlos Pollán (Vox), tardó en reaccionar como si temiera enfrentarse a su jefe de filas. Y al comprobar que Gallardo no retirada sus palabras (por tres veces se negó) no tuvo más remedio que ordenar que no figuren en el diario de sesiones. ¿Y con eso se arregló el problema? Pues, no. El daño estaba (y está) hecho y el buen nombre de esta tierra ha quedado, otra vez, por los suelos a nivel nacional e internacional.

Si quieren adentrarse algo más en la escena, tómense la molestia de mirar con detenimiento los videos y las fotos de consejeros y procuradores populares mientras don Juan lanzaba su “banda criminal”. No tienen desperdicio. Miradas al suelo o al móvil, rostros perplejos, incrédulos. Quizás el paradigma fuese el titular de Presidencia, Jesús Julio Carnero, uno de los grandes valores del PP regional, un hombre serio, trabajador y nada dado a enredar con declaraciones polémicas o absurdas. Su expresión era todo un poema. Por el contrario, Fernández Mañueco parecía sonreír y no mostraba, aparentemente, ningún rechazo a lo que estaba oyendo. Esa tarde no se pronunció sobre las palabras de Gallardo. Lo hizo a la mañana siguiente, en los pasillos de las Cortes, pero sin concretar. Pidió “bajar el tono” y se manifestó contrario a “descalificaciones y exabruptos vengan de donde vengan”. De acuerdo, don Alfonso, de acuerdo totalmente, pero aquí están viniendo siempre del mismo lado. Conviene no olvidarlo a la hora de pedir mesura y respeto.

El presidente de la Junta fue algo más explícito al referirse a otro de los alborotos de la jornada. Lo protagonizó, ¡cómo no!, Mariano Veganzones, consejero de Industria, Comercio y Empleo (la industria y el comercio por delante del empleo) cuando dijo que aquí “no faltan trabajadores sino ganas de trabajar”. Mañueco le recordó que hay temas en los que no se debe “frivolizar”. Veganzones ya había soltado su rabiosa diatriba contra los inmigrantes, los sindicatos y demás “virus comunistas”.

La semana terminó con la presentación del proyecto de ley de presupuestos para el 2023. Como es habitual y esperable, gobierno y oposición lanzaron la clásica catarata de calificativos y descalificativos. Para Mañueco y Gallardo, que expusieron al alimón las cuentas, éstas son sociales, inversoras, con menos impuestos, las mayores de la historia etc, etc, es decir lo mismo de siempre. Escuché en una emisora de radio los discursos de Mañueco de ahora y de hace años cuando gobernaba con Ciudadanos. Clavados, oiga, clavados. Y escuché las críticas de Luis Tudanca, secretario autonómico del PSOE. También idénticas, si bien se encargó de recordar la cantidad de dinero que envían el Gobierno central, el “sanchismo”, que diría el PP, y Europa, PAC incluida. Ni siquiera la PAC, sin aumento, ha calmado a las asociaciones agrarias, que ya se han quejado de la escasa dotación de la Consejería de Agricultura y Ganadería, que es la que menos crece en términos porcentuales. Y eso que les había n llovido promesas, pero, claro, una cosa es prometer y otra dar trigo.

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