La Opinión de Zamora

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Editorial azul

Zamora se seca y hay que cerrar el grifo de lo “prescindible”

ZAMORA. SEQUIA RICOBAYO JOSE LUIS FERNANDEZ

La sequía de este atípico verano pone en apuros a buena parte del país, pero se ceba donde llueve sobre mojado, sin literalidad. Zamora se arruga día a día y este agosto las miradas ya no están puestas en los desembalses para producir energía eléctrica tras el acuerdo con la Confederación Hidrográfica del Duero de mantener una cota mínima de agua del 33% de su capacidad en el caso por ejemplo de Ricobayo, el estandarte de la provincia. Las empresas cumplen, pero el volumen desciende sin tregua. Lo embalsado este mes se encuentra un 20% por debajo de la media de los últimos años en estas mismas fechas, aunque respecto a 2021 se haya incrementado. En general, si se toman como referencia las principales presas, la capacidad total se sitúa en un 41,14%, menos de la mitad de lo que podrían albergar. En una situación más delicada se encuentra Cernadilla, al 10% de sus posibilidades, lo que afecta a las reservas hídricas y a las zonas de ocio que dependen del agua de estos mismos embalses para despertar la ya raquítica economía local.

Ríos, arroyos, agricultura, caza y abastecimiento en los hogares están en máxima alerta. De ahí la necesidad de hacer un uso responsable de este bien, limitado, antes de que la situación termine por afectar directamente a lo más básico de nuestras necesidades. Es la hora de cerrar el grifo salvo para lo imprescindible, de restringir lo que puede esperar o no resulta vital, como lavar el coche, mantener pequeños huertos o el llenado de piscinas privadas, para posibilitar que el agua llegue a decenas de pueblos de la provincia que resisten el verano con severos cortes en el suministro, e incluso gracias a los camiones cisterna de la Diputación. Los bandos en los ayuntamientos no cesan para pedir a sus vecinos prudencia y solidaridad con el uso de un bien que ni es inagotable ni se puede utilizar por antojo. Su uso racional es imprescindible antes de que directamente dejemos de tener acceso a él.

Ríos, arroyos, agricultura, caza y abastecimiento en los hogares están en máxima alerta. De ahí la necesidad de hacer un uso responsable de este bien, limitado, antes de que la situación termine por afectar directamente a lo más básico

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Esta situación se detecta de forma grave incluso en las zonas situadas más al norte, como Sanabria, y hace estragos en la vecina Carballeda, donde sus vecinos asisten atónitos a imágenes que ya apenas recordaban, como el vaciado de fuentes y ríos. En la comarca más atlántica de la provincia los municipios de Manzanal de Arriba, San Miguel de Lomba, Sampil, Barrio de Lomba, Quintana de Sanabria, Rionegrito o Santiago de la Requejada recurren a abastecimientos mediante camiones cisterna para garantizar que los hogares tengan agua potable. Nunca antes se había visto el río Rihonor tan vacío. Situación ya crónica es la que se da en los pueblos alistanos. También en Benavente y Los Valles, con sus populares zonas de baño en mínimos y con gran parte de sus núcleos de población aplicando restricciones y trabajando contra el reloj en sondeos de emergencia. El embalse de Nuestra Señora de Agavanzal desciende cada jornada y las playas fluviales que en verano atraen a vecinos y turistas son ahora terrenos áridos sobre los que solo se puede caminar con añoro y tristeza.

El esfuerzo de la Diputación, que cada día traslada sus camiones cisternas a un mínimo de media docena de municipios, y de los propios ayuntamientos no es suficiente. Muchos son los pueblos, y no solo los de menor población, que aún mantienen una especie de tarifa plana en el servicio de abastecimiento. Ello se traduce en que los vecinos tienen a su alcance una especie de “barra libre” en la que no pagan por lo que consumen. La instalación de contadores es sin duda una actuación urgente en todos estos núcleos de población. La misma responsabilidad hay que pedir a los regantes, cuyas cosechas son seis veces más productivas que las de secano que proliferan por la geografía provincial. El canal de San José tuvo que cerrar el pasado julio por orden de la Confederación Hidrográfica ante la falta de mínimos en el caudal, cuando hace tan solo 15 años el agua se mantenía hasta el mes de octubre. Lo mismo ha ocurrido con el de Toro-Zamora. Detrás no solo está el cambio climático y la ausencia de precipitaciones, sino también los “riegos indiscriminados” por parte de algunos de estos regantes que complican la campaña, como denuncian desde el colectivo.

La sequía agrícola se ha intensificado en las tres últimas décadas, según los datos de la USAL. El Grupo de Investigación Hidrus ya advierte que este suceso “es cada vez más intenso, con mayor duración”, y afecta a la seguridad alimentaria local. Zamora se ve tocada de lleno por el clima más seco en 1.200 años, según los registros más antiguos que se conservan. La disminución de lluvias hasta un 20% hacen ya de la agricultura ibérica una de las más vulnerables de la Unión Europea. Ello conlleva que el rendimiento de los cultivos en Zamora sea en la actualidad un 31% inferior al de la media de Castilla y León. Los agricultores cosecharán 317.700 toneladas de cereal frente a las casi 500.000 recogidas el pasado año, un 35% menos que sin duda repercutirá en la economía de una provincia en la que la agricultura y la ganadería constituye el pilar sobre el que gira una sociedad envejecida que trata de mantener la cabeza a flote. Los datos de julio no dejan lugar a la duda: la peor cosecha del último lustro. En la Denominación de Origen Toro los viñedos no se libran. La recolección se ha tenido que adelantar porque las vides apenas tenían ya recursos hídricos en su interior para mantener en buen estado las preciadas uvas. Algo inédito y que corrobora que el tiempo se ha acabado y hay que ponerse a trabajar con vistas a un próximo verano que nadie se atreve a predecir cuándo se iniciará.

La fauna, con ese instinto tan desarrollado de supervivencia, sabe bien a qué se enfrenta. Esta semana ha comenzado la temporada de media veda y con ella la caza de la codorniz, una de las aves más atractivas para los que aman la actividad cinegética. Pero con las sucesivas olas de calor y en época de cría, los ejemplares de esta especie que prolifera en Zamora han cambiado los cotos zamoranos por otros situados más al norte, donde las temperaturas no son tan extremas. Quizá haya que aprender de esta lección de vida.

Ni es infinita ni puede derrocharse. El agua se acaba más rápido de lo que se podía pensar y hay que adoptar medidas drásticas, por sacrificado que pueda parecer dejar de lavar el coche una vez por semana o dejar de vaciar y llenar piscinas a capricho del que quiere refrescarse unas horas en su segunda residencia. Hay que cerrar el grifo antes de que sea demasiado tarde.

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