La Opinión de Zamora

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Laura Rivero

Pinchazos de sumisión

CARTEL CONTRA LAS AGRESIONES SEXUALES CON MOTIVO DEL CARNAVAL JOSE LUIS FERNANDEZ

El machismo que siempre se renueva está perpetrando una nueva forma de violencia de género, ejercida contra las mujeres por el hecho de serlo, a través de un pinchazo que puede tener distintas consecuencias: la llamada sumisión química, que suponer inocular una sustancia para anular la voluntad del “no es no” de una mujer, hacerla sumisa y someterla al uso y disfrute del macho en cualquier versión; o el pinchazo con cualquier objeto para inocular el miedo a la sumisión química en la mujer y la diversión chabacana en el macho de turno. En ambos casos el objetivo es la humillación de la mujer, como objeto de abuso sexual en el primero, y de escarnio o ludibrio –como si de un juego de chanzas se tratara- en el pinchazo de la bromita en la discoteca.

Ya no basta con que las mujeres en las fiestas tengan que estar tapando el vaso para que no le echen la famosa burundanga que anula su voluntad de decir no es no a una relación sexual y más a una violación, sino que ahora puede ser objeto de sumisión química o de gamberrada cuando se está divirtiendo.

Si todavía hay alguien que niega la violencia de género, y critica las campañas de igualdad como la que utilizaba el lema que corean las feministas “sola y borracha, quiero llegar a casa”, es que ya no queda sensibilidad en el mundo

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Si todavía hay alguien que niega la violencia de género, y critica las campañas de igualdad como la que utilizaba el lema que corean las feministas “sola y borracha, quiero llegar a casa”, es que ya no queda sensibilidad en el mundo. Y por si hay chanzas y bromitas al leer la frase entrecomillada de la criticada campaña, quiero poner en evidencia que tiene una coma en medio que hace que su significado sea el que es: que quiero llegar a casa -reitero “que quiero llegar a casa”- sin necesidad de compañía para estar segura ni aunque llegue borracha. No es el significado que los del pinchazo de la sumisión machista de hombres o mujeres quieren darle: que quiero emborracharme y ponerme hasta las trancas de cerveza antes de ir a casa. Claramente, no es lo mismo querer llegar a casa que querer emborracharse.

El pinchazo de la sumisión al machismo de gran parte de los políticos de derechas como los del PP descalificó esta campaña considerándola una incitación al consumo de alcohol. La ultraderecha de Vox, mucho más directa y menos remilgada, la calificó de “mamarrachada”, en palabras de Abascal.

Los corifeos sociales con el pinchazo del machismo inoculado jalearon estas interpretaciones, y se burlaron de la reivindicación de las mujeres de llegar sanas y salvas a casa… incluso si llegaban solas y con unas copas de más.

¡Cuánto miedo pasas cuando tienes que irte a casa sola! ¡Cuánta preocupación cuando tu hija, tu hermana, tu amiga salen de fiesta! ¡Cuánta angustia cuando se retrasan! ¡Cuánto dolor cuando no llegan porque las ha detenido el pinchazo de la sumisión, del abuso, de la violación! Sí, miedo a los pinchazos de la violencia de género que siguen negando que exista los que han sufrido el pinchazo de la sumisión mental contra las mujeres.

No se puede negar el pinchazo de la sumisión química de las mujeres, como tampoco los pinchazos de la sumisión económica de los trabajadores para someterlos al capitalismo. Esos pinchazos que cuando un gobierno pretende subir los impuestos a la banca o a las grandes multinacionales para acometer políticas sociales con los más pobres, se van inoculando a través de la propaganda-burundanga para hacernos sumisos a su pensamiento: el capitalismo es el único sistema que crea progreso social; el fin de las empresas es crear puestos de trabajo; si se sube el salario mínimo o el sueldo, las empresas pueden quebrar y aumentar el paro; y eso que, por otra parte, no existe el paro sino gente que no quiere trabajar. Y otros pinchazos de sumisión económica con burundanga capitalista, o como meras bromitas en los consejos de dirección del capital en serio.

¡Cuánto miedo pasas cuando tu empresa de toda la vida anuncia un expediente de regulación de empleo! ¡Cuánta preocupación cuando tu hijo, tu hermano, tu hermana acaban los estudios y salen a buscar trabajo! ¡Cuánta angustia cuando pasan los años preparando una oposición que no sale! ¡Cuánto dolor cuando ves que a tu edad ya no te contratan en ningún sitio y en casa tus hijos están en paro! Sí, existe el miedo a quedarse en el paro, que siguen negando que exista los del pinchazo de la sumisión económica contra los trabajadores.

Y también existe el pinchazo de la sumisión política que en este país permitió la pervivencia de una dictadura militar hasta la muerte con honor y gloria del dictador, y que a base de burundanga fascista inoculó entre los españoles la idea de que Franco había traído la paz durante su vida, y la de “con Franco vivíamos mejor” de los que le sobrevivieron. Una sumisión política de la derecha del PP que en Zamora quiere que comprendamos a base de inyectar buenas palabras que hay que cerrar servicios como los consultorios o los cajeros automáticos porque no son ni somos rentables.

Una sumisión política que hoy protagoniza Vox con pinchazos dialécticos contra cualquier medida social o progresista: echando la culpa de los incendios en Zamora a ecologismo radical en lugar de a la falta de medios de prevención y extinción de incendios; acusando de fanatismo climático a quienes defienden las energías renovables frente a su defensa de la energía nuclear; o considerando la hipersexualización del sexo como la causa de la despoblación de provincias como la nuestra.

¡Cuánto miedo pasas cuando te tienes que ir a buscar trabajo lejos de tu tierra y de tu casa! ¡Cuánta preocupación cuando te dicen que no hay energía suficiente para calentarte en invierno! ¡Cuánta pena cuando ves tu tierra quemada! ¡Cuánto dolor cuando te duele hasta el alma a la puerta de un consultorio cerrado!

Ante los pinchazos de sumisión química del machismo, de sumisión económica del capitalismo y de sumisión política de la derecha y ultraderecha, hay que volver a reivindicar la insumisión de la sociedad a los pinchazos que se nos inoculan con la burundanga machista, capitalista, derechista, y otras.

Y Volver a decir “no es no” o “sólo sí es sí” ahora. O como decíamos ayer, “insumisión a la mili y al patrón”, que acabó con la mili (no con el militarismo ni el patrón). Y decir siempre: quiero llegar a casa, quiero tener una casa. Defiendo mis derechos, los tuyos, los nuestros.

Contra los pinchazos de sumisión, rebélate.

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