La Opinión de Zamora

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Domingo García Fuentes.

Algo mío se quemó en la Culebra

Dentro de 50 ó 60 años que tardará en recuperarse todo lo perdido ¿volverá a ser como era?

INCENDIO SIERRA DE LA CULEBRA. VILLAR DE FARFON EMILIO FRAILE

Mi vida desde que tenía 12 años ha estado ligada a esas tierras de la Sierra de la culebra. Mi padre era de Villardeciervos, hermano de mi tío Felipe que fue molinero y padre de Jesús que ha sido alcalde del pueblo durante catorce años, hasta que se cansó y dejó el bastón de mando. Villardeciervos es el pueblo más importante de todo el entorno de la Sierra. Un pueblo típico con sus casas de piedra bien labradas (incluida la casa de los siete balcones), buena comida en casa Remesal (creo que hay ahora otro restaurante más), supermarcado, fábrica de licores (chupitos) y con la base de helicópteros de emergencia de la Junta de Castilla y León. A la entrada del pueblo por la carretera que va a Puebla hay una pequeña plaza con un bonito monumento con un ciervo que es el símbolo de la Sierra. Ese monumento lo inaugurará Jesús en el año 2005. El número de habitantes es de unos 400 y tienen también una residencia para mayores del pueblo y del entorno.

Algo mío se quemó en la Culebra

Dejo el pueblo de Villardeciervos y a unos 6 ó 7 kilómetros por la carretera que va de Alcañices, está el pueblo de Boya. Si uno va en coche un poco deprisa, puede pasar y no ver el pueblo, pues está un poco metido de la carretera y lo que más se ve es la Iglesia. Es un pueblo pequeño que tendrá 40 o 50 habitantes en plena sierra, con gente maravillosa y acogedor como el que más. Yo por designios de la vida, he estado vinculado a este pueblo durante veinte años. Lo quiero como mío y le deseo lo mejor. El pueblo en sí, me dicen que no ha sufrido las consecuencias del incendio, pero el entorno que es la propia Sierra ha quedado todo calcinado. ¿De qué viven en Boya? De los huertos (que llaman cortinas). Las patatas de Boya son las mejores de la provincia, tienen algo de ganadería, jornales, pensiones… En la época de setas la gente se va de la Sierra y venden todo lo que cogen. También está la época de la recogida de las castañas, que es por el tiempo también de las setas. A mí me encantaba ir desde el pueblo hasta la Estación de San Pedro recogiendo castañas. Las castañas de Boya son buenísimas y si las hubiera aquí en Castellón, yo las comería todo el año. Algunas familias tienen colmenas en la Sierra y comercializan la miel que es de una calidad superior.

Cerca del pueblo (a las afueras) se encuentra la ermita de San Blas, y junto a ésta, está el cementerio. Aquí dicen que no ha llegado el fuego. En el cementerio descansan tres personas muy queridas para mí, de las que me acuerdo y rezo por ellas.

El símbolo de referencia del pueblo son los famosos “Castaños de Boya”. Son unos 8 ó 10 castaños centenarios… que están a la entrada del pueblo por la carretera. Están en un espacio muy cuidado donde tienen bancos, fuentes con agua de la Sierra y como “estrella”, los Castaños de Boya. En este paraje ¡Cuántas mañanas y tardes he pasado yo con un buen libro rodeado de naturaleza!

El pueblo está muy familiarizado con los animales de la Sierra. ¡Cuántos destrozos de patatas, plantones de árboles de poca edad en fincas dentro del pueblo! Estos suelen ser los jabalíes y los ciervos. Los lobos suelen llegar a la carretera y no es normal que la crucen para entrar en el pueblo.

Siguiendo mi relato de la Sierra de la Culebra, dejando Boya, el próximo pueblo recordado por muchos jóvenes de Zamora que teníamos entre 14 y 15 años es San Pedro de las Herrerías. En este entorno está ubicado el campamento que ahora creo que regenta la Junta de Castilla y León. Por los años 57, 58, se creó en Zamora “La Escuela de Montaña” y muchos fines de semana íbamos a San Pedro de las Herrerías a practicar el deporte de escalada, aunque teníamos muy poquitos medios. Uno de los fines de semana, un grupo de cuatro subimos a Peña Mira (término de Flecha) que es el punto más alto de la Sierra de la Culebra. Montamos nuestra tienda con la intención de levantarnos pronto para coger el tren y volver a Zamora el domingo. Al llegar a la estación ya había pasado el tren y tuvimos que quedar para el día siguiente, lunes.

Las “ayudas” oficiales ¿cuánto tardarán en llegar? Todas serán pocas. Lo perdido no lo recuperan y no tiene precio.

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Como voy llegando al final, y a título muy personal y sin erigirme en representante de nadie (para eso están las autoridades y representantes de la sociedad) quisiera hacer una mención y reconocimiento por toda la labor de 20, 30… años que lleva prestando a los pueblos de la Sierra. Se trata del cura Marcelino que yo conocí en una confirmación con el obispo de Astorga (Boya pertenece a la Diócesis de Astorga) en una tarde de abril de 1996. Desde su Atalaya de Maide donde reside, en su viejo coche Renault, pequeño, de color blanco, todos los domingos y festivos a las 10 menos diez en Boya suenan las campanas. Don Marcelino ha llegado, ha abierto la Iglesia, ha tocado las campanas y se dispone a decir Misa que no dura más de 25 minutos. En otros pueblos le esperan… No sé si se habrá jubilado, si así es, merece su descanso y solo Dios le pagará todo el bien que hizo.

El otro punto que quiero hacer referencia es a la zona de descanso y fuente que hay en la carretera de Alcañices junto al Campamento de San Pedro. Me dicen que el fuego no ha llegado a la zona de la fuente ni al campamento. La Fuente de San Pedro, es un referente para los que viajan en coche o peregrinos que se cruzan. Gran espacio para aparcar, hermosos árboles con buena sombra y agua abundante fresca de la Sierra. Todo un lujo. A quien corresponda, ¡que lo cuiden!

Dentro de 50 o 60 años que tardará en recuperarse todo lo perdido ¿volverá a ser como era? Los animales que han perdido su hábitat, su medida de subsistencia ¿se volverán a recuperar?

Las “ayudas” oficiales ¿cuánto tardarán en llegar? Todas serán pocas. Lo perdido no lo recuperan y no tiene precio. Quiero pensar que todos pusieron todo el esfuerzo para sofocar el fuego, pero la “fuerza de la naturaleza” (fuego, inundaciones, tornados…) si se descontrolan es difícil pararlos.

Me siento un poco de cada pueblo que he nombrado y que no conozco. Es un momento triste, pues la Sierra de la Culebra es un poco de todos.

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