La Opinión de Zamora

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Ángel Macias

El espejo de tinta

Ángel Macías

Miguel Ángel Blanco, 25 años

Honor y gloria a todos y cada uno de los que como él fueron asesinados por ETA y sus cómplices

Manifestacion por el asesinato de Miguel Ángel Blanco ÁNGELES VÁZQUEZ. MADRID| ARCHIVO

Si no estás dispuesto a leer una columna que destile odio, no leas esta. Porque no quiero recordar el drama que vivió España y en sus carnes propias una humilde familia de Ermua y un joven trabajador que por primera vez representaba y trabajaba por sus convecinos como concejal en su ciudad. No quiero recordar cómo la autopsia detectó dos regueros quemados en la piel por la erosión de las lágrimas que durante 48 horas debieron estar cayendo por sus mejillas porque se sabía sentenciado a muerte, mientras el terrorista Arnaldo Otegi se bañaba y tomaba el sol en la playa, como hace no mucho le confesó, en burdo y fracasado ejercicio de blanqueamiento al televisivo Évole “como un día normal”.

No quiero recordar lo ocurrido hace un cuarto de siglo y toda la muerte y desolación causadas por el terrorismo de ETA desde su nacimiento si no es para ratificar que ni cabe el olvido ni ha lugar al perdón

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No quiero recordar todo eso si no es para transmitir el odio a personajes como la ahora diputada de Bildu-ETA Merche Aizpurua que desde Egin había publicado unos días antes del secuestro de Miguel Ángel, “Ortega Lara vuelve a la cárcel”, al ser liberado por la benemérita Guardia Civil, tras dos años de secuestro, enterrado en un inhumano agujero que no se puede desear ni a sus secuestradores. Tampoco quiero recordar si no es para transmitir el desprecio más absoluto a quienes como Yolanda Díaz, Adriana Lastra o Gabriel Rufián se afanan por acariciar con ternura a Aizpurúa aunque ésta siga luciendo en la cara el espejo de su alma ensangrentada.

No quiero recordar lo ocurrido hace un cuarto de siglo y toda la muerte y desolación causadas por el terrorismo de ETA desde su nacimiento si no es para ratificar que ni cabe el olvido ni ha lugar al perdón cuando tantos siguen sin condenar la barbarie, sin ayudar a esclarecer los más de 300 asesinatos cuya autoría concreta se desconoce o aprovechando los réditos de la acción terrorista para los propios intereses o para extender el sectarismo.

Es malo el odio en la pluma contra los asesinos y el desprecio a quienes los blanquean pero daña mucho menos que el impacto de dos balas entrando en la nuca de un joven que nacía a la vida en defensa de la democracia, la libertad y la justicia. Tenemos una España mejor en algunas cosas pero peor en otras cuando el recuerdo se trata de ocultar bajo intereses políticos bastardos, coyunturales y traidores a la memoria y al sufrimiento de toda una nación y la muerte de muchos de los suyos.

Veinticinco años después del llanto y los abrazos en la sede de Nuevas Generaciones, con compañeros y con jóvenes también de otros partidos políticos: Honor y gloria a Miguel Ángel Blanco y a todos y cada uno de los que como él fueron asesinados por ETA y sus cómplices aunque hoy sean pisoteados por quienes tratan de que olvidemos que sí, hay buenos y hay malos. E hijos de puta con diferente calibre de bala en la recámara. Con odio y con cariño lo escribo.

www.elespejodetinta.com

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