La Opinión de Zamora

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Manuel Antón.

¿Por qué no podemos saber la verdad?

Señor Sánchez, deje de mentirnos y váyase, por favor, si así lo hiciese España se lo agradecería

Mohamed VI y Pedro Sánchez, el 7 de abril, tras restablecerse las relaciones con Rabat. EFE

Que el señor Sánchez, nuestro presidente, hace aguas cual submarino agujereado que navega por las profundidades de la política, no es nada nuevo, pues desde que está en el poder ha hecho todo cuanto ha podido para evitar tener que dar explicaciones a nadie acerca de su más que misteriosa manera de actuar. Pero eso es una cosa, y otra muy distinta que esté hurtando al país su derecho a conocer las razones por las que, por ejemplo, un mal día se le ocurrió enviar una carta al rey Mohamed VI de Marruecos para expresarle su deseo de unas mejores relaciones, ofreciéndole el aval de “su gobierno” en apoyo a las ideas del reino alauí sobre la autonomía del Sahara Occidental. Y todo, después de que se saliera a la luz que el presidente Sánchez y la ministra Robles habían sido espiados a través del software Pegasus, según todos los indicios, en mayo de 2021, justo después de la crisis migratoria de Ceuta y Melilla y tras conocerse que el líder del Frente Polisario, Brahim Galli, había sido hospitalizado en un hospital de Logroño para ser tratado contra la Covid 19 que había contraído… ¡Cuidado!

¿Qué sabía el rey de Marruecos que tanto podía perturbar al señor Sánchez, “el navegante misterioso”, para que éste le escribiera una carta en los términos que lo hizo….?

Que el presidente Sánchez se cartease con el rey Mohamed VI a hurtadillas de su propio Gobierno y del Parlamento de la nación es algo que, como se dice ahora, no es que huela mal, es que apesta.

Que el presidente se cartease con el rey Mohamed VI a hurtadillas de su propio Gobierno y del Parlamento de la nación es algo que, como se dice ahora, no es que huela mal, es que apesta

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Como apestó la manera como el presidente descargó sus responsabilidades en un inexistente equipo de expertos, que más adelante se descubrió no era tal, cuando hubo de enfrentarse a la pandemia.

O, como apesta escuchar las respuestas que da, o mejor dicho, que no da cuando se le pregunta acerca de cómo va la economía española, del crecimiento galopante de la deuda pública, o, qué va a hacer para evitar que siga aumentando exponencialmente el número de personas que “no pueden llegar a fin de mes”…..?

Si repasamos el proceder del ciudadano Sánchez, desde que lideró la moción de censura contra el presidente Rajoy hasta nuestros días, a poco que profundicemos en las turbias aguas en las que siempre se mueve, nos daremos cuenta de que es un hábil trilero cuyos niveles de credibilidad están ya por debajo de la cota cero y su narcisismo llegando a la cima de la psicopatía; entendiendo ésta como la cualidad que atesora quien es capaz de obrar ignorando sistemáticamente los derechos e intereses de los demás, y lo que es más enervante, sin mostrar ningún tipo de rubor ni remordimiento.

Porque miente más que habla, y porque con su fingido gesto ya no atrae a nadie, permítame que le diga, señor presidente, que tengo dudas acerca de si el espejo en el que usted debe mirarse cada mañana es capaz de reconocerlo de un día para otro.

Señor Sánchez, deje de mentirnos y váyase, por favor, si así lo hiciese España se lo agradecería.

Pero antes de irse, díganos que sabía Mohamed VI de usted para que haya podido chantajearle de la forma que lo ha hecho.

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