La Opinión de Zamora

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Carmen Ferreras

Zamoreando

Carmen Ferreras

Las tradiciones del Corpus

Olé por Z- amor- a y todo el amor que encierra en su entraña

Celebración del Corpus Christi en Villardeciervos, horas antes de la evacuación. | Araceli Saavedra Araceli Saavedra

Aunque haya quienes pretendan borrar del mapa las tradiciones y costumbres de tinte religioso, aquellas que están arraigadas en el corazón de los ciudadanos va a ser muy difícil extirparlas tanto individual como colectivamente. No se puede borrar de la noche a la mañana lo que ha sido una constante durante siglos. Cabe pedir al Señor que perdone a los que se empeñan en continuar esa labor de devastación, aunque, en muchos casos, saben perfectamente lo que hacen.

Se busca un orden nuevo, un mundo nuevo, situaciones nuevas, nuevas costumbres, realidades diferentes, sin darse cuenta de que todo ello conlleva un periodo de adaptación y que no es tan fácil como en principio pudiera parecer. Precisamente, todo lo que tiene carácter religioso no hace mal a nadie. Otra cosa son los fundamentalismos, los que obligan, los que ejecutan con mano de hierro, los que quieren fieles sumisos y dejar a la mujer reducida poco menos que a solaz y esparcimiento del hombre.

Me parece maravilloso que la procesión del Corpus vuelva a las calles de Zamora mañana. Me parece de perlas que El Turco, La Negra, El Ramón y el Abuelo, se enseñoreen de las calles y que la Tarasca permanezca a la vista de todos. Y que se celebre misa pontifical. Y que el celebrante sea nuestro obispo, don Fernando Valera. Y que la Custodia lo presida todo. Ojalá en lugar de cinco altares, pudieran instalarse veinte. Que cada calle de la periferia y del centro tuviera su altarcito y el aroma del romero inundara todo. ¡Ojalá!

A la Virgen de la Concha la han puesto de patitas en la calle, por lo menos ocupará el altar que se dispondrá a los pies de la Casa Consistorial. De entrada le pido a la patrona que bendiga también a los habitantes de esa casa que es o debería ser de todos los zamoranos, sin puertas cerradas, sin colores, sin otra ideología que el zamoranismo bien entendido que a todos nos permitiera ‘zamorear’ al unísono.

Me encanta que Bermillo de Sayago vuelva a alfombrar el templo con pétalos de rosa. Son muchas las mujeres participantes en la realización de esas maravillosas alfombras florales por todos alabadas por su belleza y colorido. ¡Olé por Bermillo y por todo Sayago! Olé por los que mantienen vivas tradiciones como la del Corpus que tanto echábamos de menos. Olé por los zamoranos buenos y sensatos y amantes de lo nuestro que no es otra cosa que lo que estamos en la obligación de potenciar y difundir. Y olé por Z- amor- a y todo el amor que encierra en su entraña.

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