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El síndrome del trabajador quemado

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Señor, que no se apodere de mí el estrés ni que me absorba la actividad.

Teniendo en consideración, las circunstancias tan especiales que estamos viviendo a consecuencia del COVID 19, creo oportuno escribir unas líneas sobre un tema de actualidad, cual es el síndrome del trabajador quemado, también llamado “síndrome Burnout”, que no deja de ser un síndrome de agotamiento, de desgaste laboral o profesional, que se produce como reacción o respuesta al exceso de preocupaciones y presiones de larga duración que padece una persona, motivadas esencialmente por el trabajo que, tienen vinculaciones emocionales y personales con el trabajo, como pueden ser la depresión y la ansiedad y son causas de numerosas bajas laborales.

La OMS (Organización Mundial de la Salud), define el síndrome de trabajador quemado como “un síndrome resultado del estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha manejado con éxito”. Y establece tres características:

1ª.- Sentimientos de falta de energía o agotamiento, el llamado “surmenage” que es un agotamiento intelectual por exceso de trabajo.

2ª.- Aumento de distancia mental respecto al trabajo.

3ª.- Eficacia profesional reducida.

El llamado síndrome de desgaste laboral u ocupacional es netamente propio del campo laboral.

Fijado, en términos generales, el concepto del síndrome del trabajador quemado, creo conveniente, señalar algunos indicios o signos de alerta que pueden indicarnos que algo no va bien, tales como el aislamiento, cambio de hábitos, pérdida de memoria, dificultades para la concentración, insomnio, etc...

Ante la presencia de este tipo de indicios, no debemos alarmarnos, pero sí es recomendable visitar a un psicólogo que nos efectúe un diagnóstico y paute un tratamiento.

Hemos de tener en consideración que, según los signos, el síndrome puede ser grave, moderado o leve, como sus propias manifestaciones en los distintos niveles. Una pregunta obligada es ¿cómo se puede prevenir este síndrome del trabajador quemado?

Los consejos son fáciles de dar, pero difíciles de cumplir por parte de quien los recibe. Dice nuestro refranero “Consejos vendo que para mí no tengo”. Tomen nota.

Hemos de ser optimistas y tener muy en cuenta que este síndrome se puede combatir, es cuestión de proponérselo y no olvidemos que es tarea conjunta de trabajadores y empresarios y para ello, un principio básico y elemental es crear un buen ambiente de trabajo y llevar una vida saludable.

Soy consciente que en los tiempos actuales que nos está tocando vivir no es fácil, pero hemos de intentarlo, por nuestra parte que no quede.

Hagamos el firme propósito de llevar una vida saludable, y comenzar a hacer ejercicio físico, largos paseos, practicar algún hobbie o aficción y tratar por todos los medios de evitar el estrés, que viene motivado generalmente por una sobrecarga de trabajo excesivo y siempre con la orden de “urgencia”, lo que lleva aparejado que el trabajador a veces, tenga que llevarse trabajo a casa.

En estos días, parece ser que todo tiene la etiqueta de “urgente”, nada puede esperar. Hemos de saber decir no, en determinados momentos.

Hemos de fomentar nuestra autoestima, porque no olviden que las personas conformistas, bienmandadas, obedientes, agradables ante sus jefes, pelotas, trepas, aduladores, perfeccionistas, inseguras y dependientes son más propensas a sufrir depresión y ansiedad.

El trabajador tiene que conocer perfectamente su cometido y realizarlo con responsabilidad dentro de sus justos límites, pero no por quedar bien, ha de asumir más de lo correcto, no olvidemos que el trato directo con la clientela, en todo tipo de actividad que, normalmente es exigente, salvo excepciones, produce estrés.

Recuerdo la frase del programa radiofónico dirigido por el Dr. Bartolomé Beltrán, que decía: “La Salud es lo importante”. Hace años, un compañero de profesión, me envió una consigna para cuidar la salud dice así:

Vida honesta y ordenada,

usar de pocos remedios

y poner todos los medios

de no alterarse por nada.

La comida moderada

ejercicio y distracción

salir al campo algún rato,

poco encierro, mucho trato

y continua ocupación.

Este consejo es mano de santo si quieren mejorar su calidad de vida, y las circunstancias se lo permiten. Pónganlo en práctica.

La ocupación con moderación y a ser posible, bien remunerada, porque mucha ocupación continua y mal remunerada nos lleva al síndrome del trabajador quemado.

Escuchaba, hace unos días, a Jorge Cafrune cuando dice:

“El trabajo es cosa buena

Es lo mejor de la vida

Pero la vida es perdida

Trabajando en campo ajeno

Unos trabajan de trueno

Y es parotros la llovida “

¡Ánimo y cuídense!

Pedro Bécares de Lera

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