La Opinión de Zamora

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Carmen Ferreras

Zamoreando

Carmen Ferreras

Efectos secundarios

Benditas sean las vacunas, pese a las reacciones que puedan provocar

Cada persona es un mundo. Estoy convencida de ello. Precisamente por eso, el organismo de cada persona reacciona de una forma diferente ante las enfermedades víricas y sus remedios, más conocidos por el nombre de vacunas. No todos los cuerpos han reaccionado de la misma forma tras serle aplicada la vacuna. Al llegar a la tercera dosis, hasta los más machotes han tenido algún contratiempo por ligero que fuera. Y que no nos vengan diciendo lo contrario porque no es verdad. No tengo ni idea de qué va lo que voy a decir, pero sí sé que la ‘linfadenopatía’ está siendo el efecto adverso más reportado del antídoto contra el COVID-19 de Pfizer y el tercero de Moderna.

Y si alguien lo pone en duda, añado tras leer un informe de Farmacovigilancia sobre las vacunas frente al bicho que, hasta el 6 de febrero, se han registrado 400 muertes y 60.030 notificaciones de acontecimientos adversos tras la administración de 97.044.262 dosis de vacunas. Que, por favor, dejen de ocultarnos la verdad. La verdad dice que en Zamora la incidencia no es nada alentadora.

La segunda vacuna, y voy a hablar de Pfizer, ha producido cantidad de herpes zóster sobre todo en mujeres. Las afectadas no tienen inconveniente en contarlo. Ya es casualidad que la aparición de este tipo de herpes se produzca tras la administración de la segunda dosis. La tercera dosis, sigo hablando de Pfizer, ha provocado de todo un poco, casos de fiebre y dolor en la zona de vacunación, cefaleas, síncopes, mialgias, meralgias y artralgias. Además de molestas parestesias, incómodas, duraderas en el tiempo, desagradables, muy desagradables. Y lo más oneroso, que lejos de desaparecer, permanecen y se acentúan en estados de reposo.

Servidora no es negacionista. Benditas sean las vacunas. Estas del COVID y todas las demás. Lo que no se puede negar es que tienen efectos secundarios y ahí es donde se choca frontalmente con la autoridad sanitaria que todo lo niega. En lugar de decirnos la verdad, se callan, disimulan, emplean tecnicismos para que no te enteres de lo que vale un peine y tú a seguir llevando la pesada cruz de unos síntomas que ni puñetera falta nos hacían y que en algunos casos están amargando a los afectados.

La cosa no es para tomársela a broma. Solo, tengo para mí, que la medicina no está preparada para afrontar esta realidad y que lanzan balones fuera hasta que den con las soluciones debidas. Y es que por mucho que nos digan que estos efectos son leves y transitorios, no es verdad, puesto que pueden acompañar al vacunado durante semanas e incluso meses.

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