El otro día fui al baño a Madrid y me pidieron la tarjeta. No era una cadena internacional: era la estación de Chamartín donde se toma el tren para ir y venir de Zamora.

Llevaba aguantándome dos trayectos de taxi y una reunión larga, así que espantada pero curiosa pasé mi tarjeta por esa máquina y entré en la distopía hecha baño privado.

Sí, estaba muy limpio, faltaría más. A euro por pis, poco brillaba. Tenía todo ese tipo de cosas ridículas que el neoliberalismo quiere hacernos pasar por ingeniosas. Ejemplo: que el jabón esté metido en un hueco negro de la pared y tardes un rato en entender dónde o cómo te puedes secar las manos.

Toda la idea de ese baño es tan excluyente que solo puedes entrar pagando con tarjeta. Te cobran pero solo en plástico: brecha económica y brecha generacional. Un sitio más donde gente se queda fuera.

Realmente está imposible lo de atender las necesidades humanas en Madrid: si necesitas mear, consume, paga. Lista de lugares -privados- donde entrar al baño si estás de paseo por la capital de España. Triste entre lo triste

Abandoné muy enfadada ese despropósito: salir del baño de la estación de tren por un torno, entiéndame.

Al primer guardia de seguridad que vi le pregunté si realmente no había baño público ya en la estación. Entonces me dijo que si yo iba a viajar ahora sí, después de los controles. Pero para la señora que llega a esperar a su hijo, a pasar la tarjeta. Para el trabajador que tiene que esperar unas horas entre dos trenes, a pasar la tarjeta. Cae un euro cada vez que suena la cadena.

Luego estuve leyendo que realmente está imposible lo de atender las necesidades humanas en Madrid: si necesitas mear, consume, paga. Lista de lugares -privados- donde entrar al baño si estás de paseo por la capital de España. Triste entre lo triste.

Y así, venía pensando en ese tren todavía muy caro, vamos cediendo espacios de lo público, de lo básico, de lo que debería ser innegociable. Pensaba que seguro que hay gente que hace sus necesidades en ese baño corporativo pensando que qué bien que ahí no van todos. Que con gusto lo pagan.

A mí también me gustan los baños limpios, pero me gustan más públicos. No me parecen incompatibles: lo público se debe mejorar, pero sobre todo y primero lo público se debe mantener.

El choque este con el baño neoliberal de Chamartín me hizo pensar en los comentarios de esa gente a la que le salvan la vida en una cirugía que vale miles de euros pero va a Twitter a quejarse de la merienda del hospital. No tienen idea de todo lo que podemos perder y ya estamos perdiendo. Nadie se acuerda de Santa Bárbara hasta que truena, pues ya se han visto relámpagos.