Malas noticias. La tensión en Ucrania por la posible invasión de la antigua república soviética por parte de Moscú, podría acabar repercutiendo en un encarecimiento aún mayor del precio de la energía, actualmente en máximo históricos, y subiendo. El hecho de que Teresa Ribera, ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de España haya reconocido que la crisis en Ucrania encarecerá aún más la factura de la luz, nos da pistas de lo que puede ocurrir. Puede que nos veamos obligados a darle al botón del apagado porque la cosa se va a poner insostenible.

No me vale con que nos avisen de las posibles consecuencias. Lo que tienen que hacer es adelantarse a esas posibles consecuencias y atajar el problema. Algo podrán hacer. Tienen todas las herramientas a su alcance. Lo inasumible es que el precio del gas y la electricidad lleven disparados desde el pasado mes de junio y en lugar de remitir siga ese crescendo imparable que merma cada vez más nuestro de por sí mermado bolsillo.

Tienen que arbitrar un plan de emergencia con medidas excepcionales para paliar el impacto de tanta subida concatenada. En eso la ministra Ribera está actuando con sentido común. Sólo que el hecho de pertenecer al cada vez menos selecto Club Europeo, hace que los aliados, como Francia, sean menos frente a aquellos, como Alemania y los países nórdicos, que se oponen a cambiar el modelo marginal de fijación de precios.

No es posible que la factura del consumo energético en empresas y hogares suba todavía más si cabe. Y eso que España tiene una baja dependencia de Rusia, puesto que Argelia es nuestro principal proveedor de gas, seguido de Estados Unidos y de Nigeria. A ver si logramos salvar los muebles, porque a este paso vamos a tener que hacer lo que han hecho tantos establecimientos en Zamora, cerrar por las tardes. Sólo que en casa no podemos hacer lo mismo.

La dependencia de la economía europea respecto al gas de terceros países la hace vulnerable a chantajes geopolíticos. Puede que por eso se produzcan ciertos movimientos políticos incomprensibles que tienen su razón de ser en estas cuestiones. Si en España, la posición del suministro es sólida debido a los acuerdos con Argelia, cabe esperar que el impacto no sea tan brutal. Dudo que podamos resistir tanto. Encima el horizonte no se despeja. Sólo nos faltaba una guerra. Lo de Ucrania y Moscú tiene todas las trazas. Confío en que la diplomacia lo impida. Hay que hablar, aunque a veces la palabra no sirva de nada, porque como sostenía Sartre: “el compromiso es un acto, no una palabra”.