Si hay una cuestión que diferencia Zamora de otras provincias de España, en materia gastronómica, es la calidad de su pan. Quizás, el que esté acostumbrado todos los días a esta delicia, no sepa apreciarlo, pero créanme, disfrútenlo porque no sabemos cuánto nos va a durar. De un tiempo a esta parte, veo demasiado esas barras que no sabría cómo calificarlas. Porque el pan nos ha acompañado desde tiempos inmemoriales como alimento básico. A mí, personalmente, me encanta comer pan. Como todo con pan. No puede faltar nunca en la mesa. No hay nada mejor que acompañarlo con un buen queso, y quizás, quien lo prefiera también, hermanarlo con un buen caldo de esos que nos ofrece la uva de estas tierras, tal y como hacían los romanos. Uno puede así disfrutar de los pequeños placeres que te ofrece la vida. Pero la cuestión es si lo valoramos como se merece, y si se podría utilizar esta circunstancia, la de que el mejor pan está en Zamora, como oportunidad para otras formas de aprovechamiento, diversificarlo, por ejemplo como reclamo turístico. En definitiva, utilizando el argot de las redes sociales, monetizarlo.

La gastronomía es algo importante en este país, en nuestra cultura. No hay más que echar cuentas y ver la cantidad de bares y restaurantes que hay en cada uno de los pueblos y ciudades a lo largo y ancho del territorio español. Y si lo comparamos con otros países, no hay color. El salir a comer fuera de casa, ir a restaurantes, es inherente a nuestra cultura. Incluso como prueba de ello, y sin entrar a polemizar, mirad qué ha pasado con esta pandemia. La gente estaba necesitada de salir de sus casas, de socializarse, de soltar ese estrés. Y la cafetería o el restaurante es otra opción más para estos menesteres. Otro ejemplo de la importante oferta gastronómica de este país es el número de restaurantes con estrellas Michelin. España, desde hace años, ocupa los primeros puestos en cuanto a restaurantes con tres estrellas Michelin y en relación al número total también. En este año 2021, se han otorgado 19 nuevas primeras estrellas para España. Felicitar desde aquí al restaurante El Ermitaño, de Benavente, por conservar su estrella.

Una forma de promoción gastronómica, como todo el mundo conoce, son las rutas del vino, que hay por toda la geografía española. Pero, ¿y del pan? Sabrían decirme si conocen o han asistido a alguna ruta del pan. Pues, también hay una Ruta Española del Buen Pan. La última edición se ha celebrado recientemente. Entre los concurrentes de Castilla y León, y concretamente de Zamora, solo aparecen dos participantes. Uno es la panadería de José Luis Blanco, en Verzdemarbán, municipio también conocido por su famoso chocolate, y la panadería El Molino, de Teodoro Fernández, en Santa María de la Vega. Y sinceramente, desconozco los motivos, pero echo en falta alguna de Carbajales de Alba, por el famoso pan que allí elaboran. Así como alguna de Mombuey. Y teniendo en cuenta que tenemos una Marca de Garantía, algo parecido aunque con ciertas diferencias a una denominación de origen, que es la Harina Tradicional Zamorana, resulta extraño tan baja participación zamorana. Con tal ingrediente, sería impensable no elaborar un buen pan. Pero, desde mi humilde opinión, mi favorita es la de Mombuey. De camino hacia el Lago de Sanabria, una parada allí para abastecerse de pan, es obligatoria. Lo recomiendo encarecidamente. Pero no quiero que esto se convierta en una batalla para ver quién hace el mejor pan de Zamora, sino más bien en pensar cómo exportar esta marca más allá de nuestra delimitación territorial.

El placer por el buen pan

No cabe duda que el mejor pan se hace en Zamora. De hecho, hasta hay una comarca que lleva este nombre, Tierra del Pan, así como la hay del vino. Aunque, como muchas veces sucede, el museo del pan no está en Zamora, sino en Valladolid, concretamente en la localidad de Mayorga. No le quitaremos el mérito a nuestra vecina provincia, pero aquí el pan tiene una gran tradición. Aparte de los extensos campos de cereales, no hay más que ver las antiguas edificaciones que existen por toda la provincia en cuanto a la fabricación del pan se refiere. Y voy a destacar dos que a mí particularmente me encantan. Uno es un molino harinero que está justo a la entrada del Centro del Lobo Ibérico, en Sanabria. Es un ejemplar de molino de rodezno. Y se le daba este nombre por tener una rueda hidráulica, el rodezno, que tiene en su diámetro externo una especie de cucharas llamadas álabas, que con la fuerza de la caída del agua, giraba y accionaba el molino. Se conoce que se empezaron a construirse allá por el siglo XV, pero tuvieron mayor notoriedad en el siglo XVIII. Y el otro edificio que también me parece muy interesante, es el horno comunitario, conocido también como casas de forno. Un buen ejemplo de esta construcción es el Horno del Barreiro, situado en el municipio sanabrés de Trefacio. Realizando una ruta, la del Camino Tradicional de Galende a Trefacio, lo podrán encontrar en muy buen estado, ya que ha sido recientemente rehabilitado. Estos hornos eran construidos por los vecinos del pueblo. Ellos lo utilizaban y se encargaban de su mantenimiento. En algunos barrios hasta existía el alcalde de horno, encargado de su cuidado y organización. Y se destinaba principalmente a elaborar el alimento básico de aquellas gentes: el pan. Todo un proyecto comunitario alrededor de este preciado alimento. Deberíamos tomar nota de este colectivismo en una sociedad actual marcada por el individualismo y el acaparamiento desmedido.

La gastronomía es algo importante en este país, en nuestra cultura. No hay más que echar cuentas y ver la cantidad de bares y restaurantes que hay en cada uno de los pueblos y ciudades a lo largo y ancho del territorio español

La tradición del cultivo de cereales y la elaboración del pan en la provincia de Zamora es realmente encomiable e interesante. Por eso creo que hay que ponerlo en alza. Animo desde aquí a consumir buen pan, en casa, en el restaurante, a participar y organizar nuevas rutas del buen pan, a visitar las construcciones emblemáticas, etc. En definitiva, animo a su promoción sociocultural y gastronómica. Creo que es una excelente oportunidad también para la economía de las comarcas y municipios que sufren del abandono, como reclamo turístico y como decía al principio, para monetizar un recurso tan imprescindible y ligado a nuestra cultura gastronómica como es el pan. Yo, por mi parte, seguiré haciendo la parada en Mombuey de camino al Lago de Sanabria para adquirir esa hogaza maravillosa que allí elaboran.