Al coronel D. Juan Manuel López Martín, espejo de las virtudes castrenses y amigo.

De cualquier aspecto de la vida hay que aprender, porque cada uno de ellos puede, y debe, mostrar a toda la sociedad sus peculiaridades más positivas al objeto de que sirva de modelo, de ejemplo y, en la medida de lo posible, de aplicación, con las modificaciones y adaptaciones a que pudiere dar lugar, para el mejor cometido de las propias tareas, de las correspondientes competencias, de las obligaciones asumidas, etc.

Así, las cualidades de la vida castrense, tan preclaras, tan conocidas por todos, pues el estudio serio, riguroso, profundo, amplio, objetivo de la historia, etc., las pone de relieve, como son, entre otras, el compañerismo entregado y sin reservas, el sacrificio sin límites, el esfuerzo supremo, la obediencia debida sin titubeos, etc. De todo ello pueden dar buena cuenta quienes hicieron el servicio militar obligatorio como soldados de reemplazo, los oficiales y suboficiales de la IPS (Instrucción Premilitar Superior) e IMEC (Instrucción Militar Escala Complemento) y los que actualmente forman parte de las escalas de Tropa y Marinería. Además, los funcionarios públicos militares conviven con el resto de la sociedad, donde dan muestra en sus relaciones con sus conciudadanos de su talante serio y servicial con todos.

Todos los atributos del Ejercito, en todas y cada una de sus armas, quedan reflejadas en el del libro, “Solo muere el olvidado :El Batallón II/262 en la campaña de Rusia 1942-1943”, editorial ACTAS, 1ª edición 1 de octubre de 2021, del Coronel de Infantería de Marina José M. Estévez Payeras, y que como todos los textos que son un “espejo” en el que mirarse; para conocer, para reflexionar, para llevar a la vida profesional, a la familiar, a la de ciudadanos comprometidos con la observancia de las leyes, con las aportaciones de todo tipo y naturaleza que las potencialidades de cada uno lo posibiliten. Es de lectura obligatoria; además la pasión, el interés, la atrayente redacción, su escritura fina, clara y concisa, contribuye, a su lectura “deleitosa” de sus 544 páginas; y al agradecimiento que todo bien nacido debiera tener siempre presente hacia los que dieron su vida por un mundo mejor, como el que disfrutamos todos; pues “solo muere el olvidado”.

Marcelino de Zamora