En contra de lo que piensan quienes gobiernan en el ayuntamiento de Zamora -por interés electoral y prejuicios de trasnochada ideología comunista-, la llegada de dos destacamentos militares a Monte la Reina sería la mejor noticia para la provincia de Zamora. La promesa, oportunamente formulada hace más de dos años y medio por el presidente Sánchez en campaña electoral, no ha avanzado ni medio centímetro en la ejecución por parte de su gobierno. Quizás esperan, inoportunamente teniendo en cuenta la urgencia para Zamora, a la próxima campaña para prometer acelerar los pasos si el PSOE vuelve a gobernar y no hay otras prioridades territoriales.

Retraso y, al menos en apariencia, indolencia para un proyecto que, salvo las reiteradas reticencias de Izquierda Unida, cuenta con respaldo social unánime, la implicación expresa y plena de Caja Rural para su financiación a coste cero y con aportación directa y, aunque más timorata, de Diputación y Junta de Castilla y León, que también han comprometido esfuerzo financiero en una actuación que, legítimamente, correspondería ser financiada íntegramente por las arcas del gobierno de la nación. Un proyecto que supone una inyección de población con entre mil y dos mil familias que rejuvenecerán nuestra pirámide poblacional, con una renta media superior a la actual zamorana y con mayores niveles de gasto personal y familiar.

Mientras tanto, esperando el cumplimiento del compromiso, seguimos cayendo velozmente por la pendiente de la despoblación que afecta al conjunto de la provincia desde hace décadas y a la capital desde 2008 -no es superfluo recordar que hasta ese año la ciudad de Zamora ganó población año tras año y desde entonces no ha dejado de perderla-. Mientras tanto, vivimos inmersos en una acelerada y catastrófica carencia de proyectos transformadores, de inversión y desarrollo. Mientras tanto, la acción política en defensa de lo zamorano se ha trasladado por los grandes partidos a ver cuál es el que más rápido consigue ubicar a sus líderes provinciales a cientos de kilómetros de los problemas que nos desecan, agobian y agotan.

En lo económico lo peor de la demora ya lo estamos sufriendo. En lo social y lo político viene ahora, cuando el ambiente preelectoral tiende a distorsionarlo todo en una carrera por el aprovechamiento en las urnas. Tal vez, cuando hoy domingo se publique esta columna, ya sabremos qué fuegos de artificio presupuestario nos anuncian los socialistas zamoranos para el próximo año sin que ello nos asegure el verdadero compromiso de ejecución. También sabemos ya cómo, acompañados por el alcalde de Toro, presidente y vicepresidente de la Diputación, en explosión de fervor patriótico de sobremesa, sobre la marcha y de manera imprevista, desde las puertas del Ministerio de Defensa y sin solicitar reunión, parece que nos han convocado -no lo tengo claro, pero si es así por supuesto que estaré por Monte la Reina y por Zamora- a manifestarnos el próximo viernes. La mala noticia ante un asunto de tan radical trascendencia para nuestra provincia es que lo que más destacado sea la debilidad del compromiso y la estrategia institucional y política. A tiempo estamos, no obstante, de enmendarlo.

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