En el reciente vaciado de Ricobayo la prepotencia de Iberdrola roza la de aquellos tiempos de cuchillo y horca en la que reyezuelos infames disponían a su antojo de vidas, haciendas y alquerías. Lo que acaba de hacer en estas tierras muestra su catadura moral pero con ser el máximo responsable no es el único. Citaré algunos otros.

En primer lugar está el Gobierno Autonómico que no ha sabido defender los intereses de los pueblos ribereños con la gallardía que se le supone al máximo órgano ejecutivo de nuestra comunidad. La situación actual del embalse es el resultado de un proceso. Su vaciado no se produce de la noche a la mañana, ¿por qué no se paralizó a tiempo? ¿Es que nadie en el Gobierno vio el atropello que se estaba consumando?… Duele decirlo, pero alguien no cumplió su trabajo como debiera.

En segundo lugar está el poder legislativo. Sucede que el vaciado del embalse no sólo ha hecho visibles los costurones de un terreno torturado, también ha dejado al aire las vergüenzas de sus señorías al punto que muchos se preguntan para qué vale un Parlamento si es incapaz de cambiar leyes que permiten atropellos como éste. ¿Tendrán algo que ver las puertas giratorias? ¿Se trata de negligencia, de apatía, de servilismo tal vez o es sencillamente incapacidad? No lo sé pero el distanciamiento entre sus señorías y los ciudadanos a quienes se deben da para escribir un libro, ¡ y de los gordos!

Señores de la Confederación Hidrográfica del Duero, ¿qué pretenden, vendernos como un éxito la paralización del desembalse de un pantano que está vacío?

El tercer lugar lo ocupan nuestros Gobiernos centrales, todos. Los de hoy y los de ayer, su silencio los convierte en cómplices. Lamentablemente la costumbre nos ha hecho insensibles a su tibieza pero ahora la subida del recibo de la luz nos despierta del letargo, y preguntamos y empezamos a saber cosas. Que una ex-ministra, por ejemplo, jurista y registradora de la propiedad para más señas y, según parece, experta en política de vivienda, es la presidenta de la Red Eléctrica de España con un sueldo de 45.000 euros mensuales. Sí, han leído bien. No es mi intención poner en tela de juicio su valía, quizás su trabajo merezca eso y más, pero convendrán conmigo en que en un momento en el que pagamos la luz más cara de nuestra historia el importe es, cuando menos, sorprendente.

Finalmente, en este despreciable podio que me he propuesto no podía quedar fuera el organismo que se encarga de la planificación hidrológica de estos lares. Se trata de la Confederación Hidrográfica del Duero y sus últimas notas de prensa no tienen desperdicio. En ellas se vanagloria de la gestión y dice cosas como que el acuerdo alcanzado hace unos días con Iberdrola para frenar el vaciado de Ricobayo es “un logro que va más allá de las obligaciones legales de la compañía”. Por favor, señores de la Confederación. ¿Hablan en serio? ¡No nos tomen el pelo! Resulta que alcanzan ustedes el acuerdo ahora ¡ Justamente ahora! ¡Tras desembalsar el 90 % de la capacidad del embalse y haberlo dejado reducido a su mínima expresión! ¿Qué pretenden, vendernos como un éxito la paralización del desembalse de un pantano que está vacío? ¿Es eso ?... No haré comentarios. Su cinismo, la soberbia que se desprende de la falta de autocrítica y, tal vez, cierto delirio de grandeza les descalifican por sí mismos.

Dice también, en el colmo de la incontinencia verbal la Confederación Hidrográfica del Duero, que “ha supervisado la explotación del embalse y ha vigilado y vigila en todo momento el cumplimiento de los términos de la concesión de Ricobayo por parte de Iberdrola”... Pues miren ustedes, señores de la Confederación. ¡Qué quieren que les diga! Tal vez sea como ustedes dicen pero no debe estar tan clara la excelencia de su gestión cuando el ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico acaba de abrir un expediente informativo a esa compañía eléctrica que ustedes dicen haber supervisado y vigilar “en todo momento”.

¡Qué más decir! El rechazo social que ha provocado el drástico vaciado es unánime. La indignación no cesa de crecer, sin embargo, la falta de transparencia y el oscurantismo con el que se ha llevado no son tan sorprendentes como a primera vista pudiera parecer. Es lo que suele ocurrir cuando a la falta de ética se suman la arrogancia y la prepotencia.