El presidente Sánchez es ese personaje que cuando no era presidente, pero si Secretario General del PSOE y líder de la Oposición, llegó a apoyar sin ambages la aplicación del 155 que planteó el gobierno del PP para parar la escalada secesionista tras el golpe de estado que protagonizaron quienes estaban al frente de la Generalitat catalana en octubre de 2017.

Es el mismo que cuando ya gobernaba, aunque fuera en funciones, como estaba en permanente campaña electoral, llegó a afirmar con rotundidad que nunca pactaría con Podemos, ni con los independentistas, ni mucho menos con Bildu, para más tarde, cuando ya había ganado las elecciones, como no le salían las cuentas, demostrar que no tenía el más mínimo reparo en ponerse a buscar hasta debajo de las piedras los apoyos que hicieran posible su investidura...De ahí el famoso e indecente “gobierno frankenstein” que hubo de conformar para poder seguir en La Moncloa.

El ¿señor? Sánchez es ese personaje que antes de ser Presidente, para ganarse la confianza de los españoles de bien, llegó a abogar por el cumplimiento íntegro de la pena a que fueron condenados los independentistas catalanes que, saltándose todas las normas habidas y por haber (la Constitución incluida) declararon unilateralmente la independencia de Cataluña y la constitución de la República Independiente de Cataluña, para romper la unidad de España.

Y es el mismo que, cuando los independentistas que le mantienen en el poder han empezado a tensar la cuerda y a exprimir al máximo sus pretensiones, sabedores de que el presidente Sánchez, por seguir en La Moncloa, estaría dispuesto a casi todo, le han recordado lo de los indultos y, una vez más, le han hecho “decir digo donde tiempo atrás había dicho diego”. Ahora, sin que al Presidente se le haya caido la cara de vergüenza, respecto a la amnistía y a la autodeterminación, le han dicho “solo será cuestión de tiempo” pues ya sabemos lo que dijo sobre los indultos y lo que finalmente, por necesidad, ha tenido que hacer.

Por eso, y por haber mentido, o engañado deliberadamente a todos los españoles, de manera reiterada, cuantas veces ha necesitado decir o prometer algo para conseguir sus objetivos, hoy ya nadie le cree, pues ha agotado su credibilidad, se mire por donde se mire.

El señor Sánchez es “todo un campeón de la mentira” y mi pregunta es ¿qué más tiene que hacer para que los españoles seamos capaces de enviarle al rincón de pensar?

Sinceramente, no entiendo cómo es posible que alguien que miente más que habla siga gobernándonos. ¿Somos tontos o qué?

A mi entender, el presidente del Gobierno, ante las ínfulas secesionistas, que no cesan, ni cesarán, si le queda un mínimo de dignidad, debería someter a la consideración de todos los españoles, mediante el oportuno referéndum, la continuidad de la soberanía nacional y la indisoluble unidad de España, y si sale con barbas San Antón y si no la Purísima Concepción.