En la festividad del Corpus Christi, la Iglesia entera celebra el día de la Caridad y en este año 2021, cuando seguimos sufriendo las consecuencias de la pandemia del Covid-19, agradecemos el servicio generoso de los “discípulos misioneros de Jesucristo en Cáritas”.

Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis (Mt 25,40). El día de la caridad es una gran oportunidad para tocar las llagas de Cristo y descubrir que, detrás de sus heridas, encontramos el dolor y sufrimiento de nuestros hermanos abriéndonos al misterio de Cristo crucificado y resucitado donde resplandece la gloria de Dios. Así nos lo recuerdan los Obispos de la subcomisión Episcopal de Acción Caritativa y Social.

La Eucaristía es una oportunidad para adorar a Cristo presente en su cuerpo eucarístico y vivir de forma inseparable la caridad como entrega al servicio de los más pobres. Él se entrega cada día en cada Eucaristía y en toda persona que hace de su vida una entrega generosa a los demás. Así lo viven tantos voluntarios, trabajadores y usuarios de nuestras Cáritas parroquiales y diocesana. El servicio, nos dice el papa es, en gran parte, cuidar la fragilidad. Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo…

El servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos la padece y busca la promoción del hermano (Fratelli tutti, 115). Cáritas en nuestra Iglesia de Zamora nos llama a vivir el amor. Porque es el amor que rompe las cadenas que nos aíslan y separan, tendiendo puentes; amor que nos permite construir una gran familia donde todos podamos sentirnos en casa (Fratelli tutti 62). Y haciendo mías, de nuevo, las palabras de mis hermanos obispos os invito a adorar el cuerpo sacramental de Cristo, nacido de la Virgen María, donde se aviva el dinamismo de nuestra fe, amor y esperanza; nos adentra en la verdad y la novedad del testimonio apostólico y nos pone en las manos de la Sagrada Familia, Jesús, María y José, en este hogar donde se fragua cada día la caridad, con pensamientos, palabras y obras y pedimos al Señor que nos encuentre dignos de su presencia por haber hecho con nuestro prójimo ejercicio creíble de la caridad.

Cáritas es una llamada a celebrar la Eucaristía, a adorarle en su cuerpo sacramental y servirle en su cuerpo herido por la pobreza e injusticia. Pidamos al Señor por nuestra Cáritas y colaboremos con ella. Siempre unidos en Cristo que nos vuelve a decir conmigo lo hicisteis (Mt, 25,40).