La frase y la acusación corren por los medios de comunicación. Lo dijo uno, lo siguen repitiendo venga o no a cuento, otros seguidores. Es cierto que en España no hay democracia plena Pero esa no es la cuestión de fondo. Lo que a quienes lo han dicho les ocupa y quieren es señalar algunas cuestiones puntuales que en su concepto no serían democráticos. Y siempre juegan con los argumentos de la libertad de expresión, entendiéndola como ellos quieren. No desde luego según letra y espíritu del artículo 20 de la Constitución. Que si el rapero o que si los jueces no les dan la razón.

Así, leo el 17 de febrero en la Vanguardia en un artículo de opinión de Jordi las letras de las canciones del rapero lenguaraz conocido como Pablo Hasél, son lamentables. Defender un tiro en la nuca a algunos jueces y políticos o pedir que alguien clave un piolet en la cabeza de otra persona, no es algo que merezca el aplauso de nadie. La libertad de expresión debe tener límites y la justicia debe actuar. La democracia como toda forma de organización de la vida en una sociedad tiene por supuesto puntos débiles y otros sin cumplir. Lo que no dicen estos políticos es que son justo ellos, la casta política, sus aparatos, los que menos cumplen la democracia y no hay atisbos de quererla cumplir. Ellos cargados de privilegios conforman una sociedad aparte. Miles y miles de aforados y sin voluntad de cambiar, sueldos y niveles nada comunes y sin señales de cambiar. Puestos de libre designación a tutiplén y sin ganas de cambiar, listas cerradas en las elecciones y no hay manera de que se modernicen, hermetismo y coacciones para que no trascienda nada de lo hablado en sus llamados sanedrines y no hay forma de pasar esos telones de acero. Se conforman parlamentos y desprecian a la oposición y sus propuestas. Gobiernan para minorías que se arrogan ser una mayoría. Y con ello silencian a grandes sectores de la sociedad. Enmudecen, amordazan y cierran la boca a quienes forman parte de sus grupos de confianza para que no digan nada. Así no es posible tener una democracia transparente. Y lo más grave es que esto no solo sucede a nivel nacional. Lo más perjudicial y que lleva al desánimo y a decir, no tenemos remedio, es que este panorama de dominio y abuso político se extiende desde la junta vecinal más pequeña, pasando por los ayuntamientos, asociaciones, sindicatos, diputaciones, gobiernos autonómicos. En los organismos públicos donde hay votaciones hay corrupción y déficit democrático. Por ejemplo en la provincia hay asociaciones de jubilados o de otro tipo que viven de subvenciones públicas. Los estatutos obligan a tomar las decisiones colegiadamente, a rendir cuentas, a convocar asambleas ¿Se hace? No. ¿Hay controles o inspecciones? No. Los municipios se entiende que pueden y deben ser amistosamente un pluralismo de ideas, convivencia agradable y proyectos y se intente elegir a representantes que pongan en marcha lo que puedan de la mejor manera posible. Pero a la oposición, que así llaman a quienes no tienen mayoría, se le niega documentos, informaciones, estudio serio de sus propuestas. Y no hay forma de cambiarlo. No quieren, no tienen voluntad. ¿Pasa esto en otros países? No y conozco unos cuantos. Ya en la enseñanza primaria y secundaria existe una formación básica en política como modo de trabajar noblemente, sin enriquecerse y sin privilegios para el bien común. Nosotros andamos siempre con remiendos. Que si educación para la ciudadanía, que si formación ética, que si participación. Pero formación política seria ni se intuye. En eso si es que hay un déficit español muy grande en relación a Europa. Seguimos sin saber, ni conocer estatutos por los que se gobiernan partidos, sindicatos, asociaciones. Y dicen: todos está en la red. Tener acceso a estos documentos cuesta un riñón pues te los niegan a quienes tienen el deber de facilitarlos. Pero lo fundamental es que hay que cambiar muchas leyes y prioritariamente las que atañan a la clase política para que sean ciudadanos normales, que asumen una representación a la que están obligados a dar cuentas de su gestión y sobre todo con el ejemplo de respetar a todos. También a las minorías que tienen sus ideas, sus derechos, su voz. Silenciar, obligar a callarse por cuatro años a muchos no es democracia ni buscar el bien de la comunidad. Déficit democrático si y mucho. Todos podemos hacer examen de conciencia, serio y sincero y cambiar. Políticos, sindicalistas y amigos de unos y otros han logrado infiltrarse eso sí, legalmente, en la mayor parte de los órganos decisorios en las instituciones, hasta en la justicia. Véase el caso en Madrid. Se condena a funcionarias y se absuelve a la política Cifuentes. Y, desde ahí buscan privilegios, desde el aparcamiento del coche, hasta despachos, sueldos y enchufes. Y no hay manera de arreglarlo, porque como dicen es legal. Y la gente desilusionada no vota ¿para qué? Y tenemos el caso bien reciente de Cataluña. La mitad se silencia. Y un tercio de los votados intenta silenciar al otro tercio Total un tercio mandando y buscando lo suyo