Pierre Manent es un filósofo francés que imparte su magisterio en la Ecole de Hautes Etudies (Escuela de Altos Estudios) en ciencias sociales en el Centro de Recherches Polítiques Raimond Aron (Centro de Investigación o búsqueda de sistemas políticos). Raimond Aron era un politólogo y filósofo francés. Entre los libros que escribió yo he leído con detenimiento el titulado “Paz y guerra entre las Naciones I y II”, cuando Naciones Unidas declaró la Guerra a Afganistán después del 11-S y los Estados Unidos y algunos de sus aliados, entre ellos el Gobierno de Aznar, invadieron Iraq, yo utilice las teorías de Aron para escribir mis columnas en Tribuna, especialmente el capítulo titulado “Vencer o no perder”, que describe las relaciones políticas y diplomáticas entre las naciones beligerantes.

Lo que ha ocurrido en ambos países era previsible en la teoría de Aron y es lo que ha sucedido además del desprestigio de los sucesivos Gobiernos de los EE UU de Norteamérica.

Pierre Manent apoyó su pensamiento en los principios de su predecesor Aron en lo que respecta a los aspectos de los programas de los partidos políticos (liberales, centristas y de izquierdas). Este filósofo francés considera a los partidos centristas actuales como fanáticos de extrema derecha y a los populistas como ilegítimos. En mi opinión Manent no tiene en cuenta que esas formaciones políticas y otras más variopintas son parte del pluralismo político que es una cualidad del sistema que no necesariamente es compartida por los políticos que operan en él. Lo cual implica que deben ser admitidos y las relaciones con ellos deben estar orientadas al bien común.

Lo que nos sorprende a los ciudadanos que tomamos parte en la conversación pública es que las elites de esos partidos no sean gente educada en el debate político para hacer una convivencia pacífica y de gran altura intelectual, el sistema no los ha educado y sus asesores deberían enseñarles que no existen vocabularios finalistas y por tanto no nos queda más remedio que aceptarnos dentro del sistema democrático respetando a quienes piensas de manera diferente.

De la democracia liberal dice Manent que se ha convertido en una “mutación de orden excluyente, de ideología defensiva o reactiva que derriba regímenes. Los partidos populistas son peligrosos –eso es antiguo- pero ahora la pandemia ha puesto en evidencia muchas cosas que sospechábamos que iban a suceder, entre ellas no “arrimar el hombro” para que los Gobiernos ayuden a las familias a vivir con cierta dignidad. Eso también es doctrina de la Iglesia cristiana. Sólo hay que echar un vistazo a lo que está ocurriendo en los países con gobiernos liberales o extremistas de derechas.

Los extremismos están siempre enfrentados en el sistema democrático, aunque la democracia nace con el derribo del Antiguo Régimen, pero nace con el ideal de la incorporación de todos los partidos políticos al bien común en un punto de encuentro aceptado por todos.

Los partidos políticos no pueden decirnos cómo debemos pensar y tener en cuenta la doctrina de la tolerancia religiosa y la neutralidad moral del Estado. Los extremistas de cualquier pelaje nos animan a ser agresivos con determinados colectivos porque a ellos no les gustan, esa actitud ni es moral ni es cristiana, es sencillamente perniciosa.

La pandemia que nos afecta ha obligado a los Gobiernos a decidir cuáles son las clases más vulnerables y en qué aspecto lo son ante el virus. En este suceso se ha visto que la ideología de los Gobiernos ha sido diferente. Trump y otros presidentes se han mostrado insensibles ante las clases más vulnerables económicamente y no por falta de recursos, sino por humanidad.

En la entrevista que le hace un periodista a Manent se llega a la conclusión que son los Gobiernos socialdemócratas y socialcristianos junto con las izquierdas moderadas del antiguo comunismo los que han moderado los instintos destructivos de los demás partidos desde que apareció la pandemia en China.

(*) Portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Peñausende