Dicen los entendidos que antes de actuar es muy importante pensar, reflexionar y luego planificar y por fin actuar. Ver, juzgar, actuar fue una trilogía conocida y aplicada en distintos ámbitos. A veces los medios, especialmente los audiovisuales, nos inducen a no pensar. Buscan, en gran medida, el espectáculo rápido y aparatoso, de forma continuada, lo que impide pensar o reflexionar sobre lo expuesto. En este contexto, están jugando un papel que no les va a exonerar de responsabilidad, porque cada vez con más frecuencia van abandonando la información y el análisis de las opiniones políticas para dar pábulo, es decir, echar leña al fuego, sobre las salidas de tono de los ciudadanos y de los políticos. Tampoco las redes sociales se quedan cortas. Nuestro columnista Luis Mariano Esteban lo expresa con claridad así: “Cuando las opiniones se lanzan sobre datos sesgados o falsos, la argumentación se sustituye por la agresión verbal y el análisis se abandona para dejarnos arrastrar por la pasión ideológica, irracional”. Los ciudadanos no estamos utilizando las redes como herramienta de transmisión de nuestro pensamiento y libertad de expresión, sino como arma contra el adversario al que se despelleja sin piedad y con ello, no lo olvidemos, estamos sembrando el enfrentamiento social, la escisión e incluso la violencia. Tener a mano un altavoz como son las redes para que nuestra opinión pueda ser escuchada no presupone ni que tengamos conocimiento, ni mucho menos razón. Pero tampoco nos exime de la responsabilidad de lo dicho. Porque la libertad de expresión no puede amparar lo cretinos que puedan ser nuestros comentarios, cuando no torticeros. No así los medios impresos que nos facultan para volver sobre lo leído, incluso días después, compararlo, interiorizarlo, hacerlo nuestro. Al final después de tanta información sobre el estado de alarma propiciada en los distintos canales de televisión y, peor aún, en redes sociales, cuya verificación y autoría de lo expresado es difícil contrastar, si lo informado, es cierto o falso. Las personas debemos exigir garantías a quienes nos informan y no consumir y consumir sin saber y sin analizar. Lo contrario nos lleva a veces a alimentarnos emocionalmente de eslóganes, frases hechas, insultos, descalificaciones. Y nos sentirnos víctimas y culpables de no pocas cosas. O con pocos datos y menos argumentos liberamos a unos o inculpamos a otros. O no agradecemos lo suficiente esfuerzos que se realizan por parte de personas, organizaciones o instituciones que buscan el bien común, aunque a veces no acierten del todo. Y sin embargo no es así. Y estos meses pasados nos dejan mucho para pensar y cambiar

No pocos medios de comunicación y con ello ayudan a conformar una opinión, nos han estado contando que no pocas empresas, comercios tienen que cerrar porque pierden cantidades millonarias. Son víctimas porque no compramos sus productos. Y crean una sensación de que todos somos culpables, de que pierdan tantos dineros. Se genera una sensación de victimismo. Todo va mal y es por culpa de los otros. En realidad, pienso que en lugar de utilizar el verbo perder, puesto que se pierde lo que se tiene, podría usarse, no ganar. Y si pierden o no ganan tanto, es porque antes ganaban mucho. Y si ganaban mucho, algo tendrán ahorrado si se administra bien como es de suponer. Luego tenemos el colectivo de los llamados vulnerables, muy triste, su pobreza y su estado. Nadie puede quedar con hambre en la cuneta. Pero enseñar al que recibe que puede y debe dar algo es saludable y constructivo y además de justicia. Se recupera a las personas no solo con dinero, sino también con formación y si hay que instaurar nuevos modos de enseñar oficios, hágase. Dar dinero por nada es crear también dependencias de todo tipo, familiares, religiosas y también sindicales o políticas y no pocas veces irresponsabilidad. Hemos leído en este periódico varias veces que los ganaderos han tenido que traer desde Paraguay esquiladores para las ovejas, porque aquí nadie dice saber o querer esquilar o motilar estos animales. Hombre, no es tan difícil y hasta no hace mucho todos sabían hacerlo y lo hacían. En menos de 10 horas se puede formar gente para ello. Igualmente, los productores de ajo en la zona de Fuentesaúco, se lamentaban que no encontraban a nadie para recoger la cosecha. ¿Es tan difícil este trabajo que tampoco se pueda aprender a en posas horas? Y, si nos trasladamos para ir a discotecas o fiestas docenas de kilómetros, también se puede hacer para cumplir con un trabajo. Y así, podría enumerar docenas de actividades en esos campos semiabandonados, en pueblos y para cuya puesta en producción se necesita mucha mano de obra que no se encuentra, por parte alguna. Los que trabajan reventados y los otros mirando al sol o en las terrazas. Nadie sin ingresos y nadie sin hacer algo útil. Y si no se sabe se aprende. Es bueno para las personas y la sociedad enseñar a las gentes a buscar y agarrarse a un trabajo aunque sea duro.