El cuento (real) comienza como todos los cuentos: Érase una vez... Pues bien, erase una vez un niño venezolano residente en un pueblo de Zamora que quiere jugar al fútbol en el equipo en el que ya militan algunos amigos y compañeros del instituto. Su madre llegó hace años a estas tierras y tiene como pareja a un español, joven también, jubilado tras un grave accidente laboral. Además, gran parte de su familia (la madre y una hermana, varios sobrinos) habitan en un pueblo cercano donde han rehecho su vida y donde trabajan y están plenamente integrados. Todo normal, todo legal, todo semejante a la historia de numerosos emigrantes instalados en España. Nada hubiera roto esta situación de no ser porque al chaval le gusta el fútbol (le pega al balón francamente bien y es valiente) y quiere jugar. En la Bovedana, encantados. No tienen muchos efectivos en el equipo de cadetes (a veces solo acuden a los partidos once, los justos) así que uno más, y bueno, es más que bienvenido. A hacerle la ficha al venezolano. Y ahí aparece la vertiente surrealista, kafkiana, increíble del caso. Frótense los ojos y abran el cajón de las sorpresas. Vean los papeles (les juro que no exagero) que alguien de la Federación de Fútbol le pide a la criatura para poder hacerle la ficha reglamentaria:

-Documento firmado por los padres explicando las razones por las que se mudaron a España.

-Contrato completo del padre y de la madre firmado y con el nombre y dirección del empleador, nombre y apellidos del empleado, descripción del puesto de trabajo, detalles de la remuneración, fecha del inicio del trabajo y condiciones de validez.

-Documento de sustento económico explicando los medios de manutención y/o económicos de los padres en España así como documentos oficiales que corroboren dicha explicación.

-Certificado del empadronamiento del padre, madre y jugador acompañados de certificados históricos de empadronamiento con fechas de alta/baja desde su llegada a España y que estén expedidos recientemente.

-Fotocopia del permiso de trabajo en vigor del padre y de la madre.

-Permisos de residencia completos por ambas caras y/o resolución de autorización de residencia con sus condicionantes cumplidos en caso necesario.

-Solicitud del jugador: circunstancias, motivos de la expedición/petición (artículo 19 en el que se basa la solicitud), fecha de petición, nombre del club.

-Documento suscrito ante notario o ante el secretario general de la Federación Territorial en el que se contenga la declaración jurada de no haber estado inscrito en ningún club adscrito a la FIFA por parte del jugador y padres.

-Declaración firmada del club donde se pretende inscribir al jugador respecto a fecha y circunstancias bajo las cuales jugador y club establecieron un primer contacto.

¿Han llegado ustedes vivos hasta aquí?, ¿no les ha dado un ataque de indignación o de risa?, ¿no se han puesto en el lugar de la familia del chaval o de los responsables del club?, ¿no se han preguntado quién es el "ciencias" que ha tirado de no se sabe qué reglamentación para exigir tamañas barbaridades?, ¿se lo habrán pedido a Ansu Fati y a otros cuantos niños-prodigio fichados por el Madrid, el Barça, el Atleti o el Sevilla? Cada vez que repaso la lista de papeles que le piden al crío experimento reacciones contrapuestas. Por un lado, me lo tomo a guasa y me parece que da como argumento para una novela de humor-terror. Por otro, me cabreo. Y no solo por el insoportable peso e influencia de la burocracia exagerada y mal entendida, sino también, y sobre todo, por jugar con las ilusiones de un niño que está a gusto en esta tierra y que únicamente quiere dar patadas a un balón, disfrutar con sus amigos y soñar con un futuro en el Bernabéu ya que es muy madridista.

Háganme el favor de repasar la lista de documentos que acabo de facilitarles. Subrayen el que le parezca más absurdo. No les será fácil. Hay mucha competencia. ¿Para qué quiere saber la Federación la descripción del puesto de trabajo de los padres, los detalles de su remuneración, las razones por las que se mudaron a España y el nombre del empleador? Es difícil de entender. Me cuentan que eso pasó en el departamento de Extranjería de la Subdelegación del Gobierno cuando la madre les explicó el caso. Al parecer, hubo sonrisas, risas y hasta gestos de que estaba algo loco el que pidió tal papeleo. Y le dieron buenas palabras. Pero el niño sigue sin poder jugar.

¡Lo que no pase en Zamora! Y eso que somos pocos, pero muy legales, oiga.