Hoy sábado me voy a Manzanal del Barco, mi pueblo, a presentar a una poeta. Ahí es nada. La poeta es Maribel Andrés, autora de "Autobús a Fermoselle", reciente premio Hiperión (compartido con otro jovencísimo autor), que concede la prestigiosa editorial del mismo nombre. Y me encantaría dejarlo así, sin decir el segundo apellido de la autora, para ganar credibilidad. Porque si lo digo, van a pensar que menudo pájaro estoy hecho, barriendo para casa incluso en temas líricos. Llamero es su segundo apellido. Y sí, es familia; sobrina por decirlo todo. Pero también, qué se le va a hacer, una nueva y poderosa voz en el panorama poético nacional. Que lo diga yo carece de valor, claro. Pero es que lo están diciendo nombres sonoros (como Julio Llamazares) y medios muy prestigiosos (como El País) desde que apareció su último poemario; y es lo que se refleja por las redes sociales; y es lo que pregonan cada dos por tres lectores variopintos y desconocidos.

Créanme si digo que soy el primer sorprendido por este "éxito" (entre comillas, porque hablamos de poesía y no de hamburguesas literarias). Les cuento una anécdota. Cuando Maribel estaba a punto de publicar su libro anterior, el primero, también de poesía, también bellísimo, "La lentitud del liberto", me pidió consejo antes de firmar el contrato, para ver si le ofrecían lo correcto en porcentajes y demás. Fui displicente:

-¡Bah! No pienses en lo que te puedan pagar. La poesía da prestigio si tienes suerte, pero no dinero; no vende nada de nada.

Apenas un mes después de publicado, ya hicieron segunda edición porque la primera había volado. Y un año más tarde, con este segundo título, gana uno de los premios más prestigiosos de España, todo el mundo habla de él y también parece venderse muy ben. Vaya consejero que estoy hecho.

Supongo que, precisamente por ser familia, la minusvaloré. Me fascinó ya el primer libro, que me dejó leer antes de ser impreso, pero no me fiaba de mi imparcialidad: pensé que el cariño me cegaba. Y que el impresionante tono profético que recorre y vertebra "La lentitud del liberto" quizá no llegara tanto, ni del mismo modo a quien lo leyese sin conocer a su autora. Erré. Y el error se confirma con este segundo titulo, en el que enhebra una serie de bellísimos homenajes a sus abuelos, unos de Manzanal, los otros ligados a Casaseca, san Pedro de la Nave y Pereruela, al tiempo que eleva estas tierras originarias, estas gentes y costumbres de las que procede, a la altura de los mitos, porque como los mitos se van desvaneciendo y quedan reducidas a jirones en las memorias desvencijadas de quienes la precedieron y nos precedieron.

Es un libro que emociona, porque se escribe desde el temblor y desde el amor a los orígenes. Léase este fragmento del poema dedica a su abuela paterna, que era de San Pedro de la Nave, "lugar que yace bajo las aguas de un embalse", como se dice en la dedicatoria: "Poco tiene la abuela de valor / en el serillo que carga: / Chaqueta de lana, muñeca de trapo / un par de botines. Lo importante / han de dejarlo: el molino, el pajar, / los abuelos que apenas conoció / y el padre que descansa en el camposanto. / Su madre le aferra fuerte la mano "hija, la vista hacia delante", / pero ella, /que pronto olvidará el génesis / no puede / no mirar atrás.".

Muchos están relacionando este libro con la "España vacía", con este fenómeno terrible y desolador al que por fin se ha puesto nombre. Yo lo relaciono más bien con la Zamora agonizante, la que se fue y se está yendo; con los zamoranos que nos hicieron como somos pero cuyo mundo está dejando de existir. De eso va "Autobús de Fermoselle". El título, por cierto, es un homenaje a García Calvo, que tiene un poema así llamado. Pero el autobús de Maribel Andrés Llamero es en realidad el de Casaseca y San Pedro de la Nave, el de Manzanal del Barco y el de todos los pueblos que a nuestro alrededor van echando el cierre a medida que se desvanece la memoria común de la que se nutrían.

Un libro deslumbrante y para releer. Gracias, sobrina.