Cuando a algunos personajes les da por perpetrar frases (quizás con la sola intención de que salgan en titulares), te dejan turulato y con la duda de si el interfecto sabe de qué está hablando o si lanza las palabras a voleo. Nunca han escaseado individuos así, pero últimamente proliferan como si los fabricaran en serie. Además, muchos suelen venir con un gen adanista incorporado. Es decir, están convencidos de que ellos inventaron el mundo y fueron los primeros en todo. O al menos en aquello en que creen ser expertos. Adán en estado puro y con el Paraíso a sus pies. No es de extrañar, por tanto, que se prodiguen en actitudes y sentencias con las que quieren dejar claro, clarísimo, sus valores, su poderío, su inteligencia y su yo inconmensurable. Si este ir por la vida lo adobamos con unas hojas de cinismo, una salsa de populismo y una buena ración de trepar, medrar y caer bien a los de arriba, tendremos la radiografía perfecta de muchos de los que ahora andan negociando por ahí gobiernos autónomos, alcaldías, concejalías, diputaciones y sillones varios, que no todo se acaba en regir instituciones, sino que hay mucha mamandurria y canonjía por repartir.

Durante estas semanas he perdido la cuenta del número de frases de este jaez que he oído por doquier. Que se complica una negociación, hala, un par de ellos de cada partido a soltar sandeces por tierra, mar y aire. Que se llega a un principio de acuerdo pero luego alguno se vuelve atrás o ratonea, tromba de declaraciones con patadas al diccionario, fallos de sintaxis, insultos, etc. Y si no surten efecto las imprecaciones y el mear fuera del tiesto para eso están los tuits y el Facebock y demás mensajes. Todos a soltar chorradas como si fuera una competición de tonterías con premio incorporado.

Una de las últimas historias que me ha llamado poderosamente la atención fue la ocurrida esta semana en las Cortes de Castilla y León cuando gerifaltes del PP y Ciudadanos llegados desde Madrid vinieron a bendecir el acuerdo alcanzado aquí entre ambos partidos para que Fernández Mañueco(PP) presida la Junta, Francisco Igea (Cs) sea el vicepresidente y portavoz y haya un reparto consensuado de consejerías. Los protagonistas del acto fueron los de Madrid. Uno de ellos, José María Espejo (Cs) pronunció la frase del año. Vino a decir que este gobierno "es el mejor" de la historia de Castilla y León. De un plumazo se cargó los ejecutivos de Aznar, Posada (aunque este duró poco), Lucas y Herrera, amén de los de los socialistas Demetrio Madrid y José Constantino Nalda. Y, oiga, Mañueco, que formó parte de varios gabinetes de Herrera, ni se inmutó; siguió sonriendo como si tal cosa. Se ve que no se dio por aludido o que estaba pensando que la Presidencia de la Junta bien valía un rejonazo como el que estaban aplicando al PP.

En cambio, me imagino la cara que habrá puesto Aznar cuando se haya enterado de la comparación del tal Espejo... si es que, a estas alturas, le interesa algo de lo que ocurra por estos pagos. Con el alto concepto que don Josemari posee de sí mismo y de su paso por esta tierra, tiene que haberle sentado mal que un mindundi de Ciudadanos se le engalle así. Tampoco le habrán aplaudido ni Lucas ni Herrera. Entre los dos han gobernado esta tierra 28 años (10 el primero y 18 el segundo). Y con éxito de crítica y público. Pocos censuraron su gestión. Lograron mayoría absoluta una y otra vez. Ahora bien, cuantos más votos obtenían más habitantes perdía la región, pero eso no tenía importancia. Entonces no existía la España vacía ni se hablaba de ella. Todo era color rosa. Ya saben: España va bien y Castilla y León, mejor, por encima de la media.

¿Por qué no sacó a relucir este eslogan Mañueco cuando Espejo dijo lo que dijo?, ¿tal vez porque eso del "mejor gobierno" le afectaba positivamente a él como futuro presidente?, ¿vitaminas para su ego aunque fuera un varapalo para sus ilustres predecesores? Todo es posible, si bien cabe preguntarse si José María Espejo sabía algo del pasado reciente (y del anterior) de esta región. No se le conocen vínculos con Castilla y León. Fue miembro de la Mesa del Parlamento de Cataluña y ahora uno de los hombres de confianza de Albert Rivera. Y hasta aquí puedo leer.

Así que ahí está el reto: nada menos que comprobar si en breve tendremos el mejor gobierno de la Historia. Quizás seamos testigos y beneficiados de un prodigio sin precedentes. Y ya de puestos, que Aznar venga a la investidura de Mañueco. Sería un puntazo. Mejor dicho, un milagro.