Ya está en el BOE y por tanto deja de ser una quimera. El Salario Mínimo sube un 22% y con ello desciende algo la pobreza, algo la desigualdad salarial, algo la distancia con los 1000 euros que nos siguen pareciendo más justos si consideramos, al igual que el Comité Europeo de Derechos Sociales, que el SMI debiera acercarse al 60% del salario medio de los trabajadores. Podemos decir que es una conquista inamovible, será muy difícil que una decisión política lo reduzca. Pero será una medida combatida. Porque lo que sí es una quimera es pensar que todos queremos ser iguales.

Hace diez años, 30 millones de euros los tenían unas 200 personas en España; tras la crisis, hoy, se acercan a las 600 personas. La polémica sobre quién es millonario o casta, es baladí. Existen, pero juegan en otra liga donde cuentan con árbitros suficientes para que, de incurrir en penalti, antes de que se lance ya ha cambiado la ley. Entonces, a quien veremos combatir la subida del SMI será a la tropa de oprimidos que sirven al opresor, sin los cuales ellos no podrían encabezar ninguna lista de riqueza.

Un argumento, contra la subida, será: que si el empresario paga más, el beneficio es menor y habrá que despedir a parte de los empleados si queremos que la empresa sobreviva. Es decir, que si pago menos, contrato más. O ya de puestos, por qué no quitar el salario mínimo, que se arreglen solos los empresarios y trabajadores, como antaño lo hacían amo y criado, señor y esclavo. Enseñar un gráfico, que lo hay, donde países con alto salario mínimo tienen menos paro, no podría servir para convencer a nadie porque el argumento es débil. Así que, para entenderlo, pongámonos en el lugar de un empresario: piense como él hasta el final del artículo.

A su empresa, si cuenta con grandes beneficios, en poco le afecta una subida como la que hemos aprobado. Una merma minúscula es sus beneficios astronómicos parece de justicia social. Algo habrán puesto estos trabajadores para llegar a ese beneficio, justo es compensarlo. No todo va a ser Amazon en la viña del Señor-ito. Y si no son tan altos, no le veo a usted trabajando lo comido por lo servido justo hasta el día que nos da por subirlo a 900 euros y con ello lo llevemos a la ruina. Acaso gane, por ahora, algo menos hasta ver en qué se gasta el personal el aumento. ¿A que ya está pensando subir alguna tasa del servicio? Ve como no es difícil pensar igual que un empresario potente.

Imagine, ahora, que los nuevos nicenos aparecidos en este país, perseguidores de negros tributos, y jíbaros contra lo público, le convencen de que el salario debe de ser de cinco euros al mes. Usted necesita cien trabajadores ¿contrataría mil trabajadores sólo por el mero hecho de que cuesta poco? Su empresa no iría mejor y quizá con esa medida sí que tendrá que cerrar porque nadie compraría nada de puro pobre.

Conclusión. La economía no es una Ciencia, es una Ideología. El nivel de riqueza alcanzado por unos pocos será la pobreza de unos muchos. ¿Le parece bien? Pues a matarse por ella. ¿Le parece mal? Pues a luchar por leyes que lo impidan. Esto último sí creo que lo entiende cualquiera. Y de paso entiendan por qué luchamos.