En el sur de Portugal, tras salir de Faro por la carretera nacional paralela a la costa en dirección a poniente y muy cerca de la desviación del aeropuerto, en la primera población del concejo de Loulé se encuentra una joya artística que puede considerarse una de las más notables del Algarve y desde luego uno de los mejores referentes portugueses en el arte de la decoración con azulejos. Se trata de la Capela de São Lourenço dos Matos, de Almancil, templo que es a la vez la igreja matriz de la localidad.

Esta capilla-iglesia, construida en la segunda mitad del siglo XVIII, se presenta en un entorno muy cuidado de jardines y otras edificaciones pequeñas, entre las que se encuentra el Centro Cultural del lugar. Tiene una sola nave con dos laterales en crucero en el exterior, que sirven de sacristía y de zaguán de entrada secundaria, a las que se añade una bonita torre con escalera exterior, haciendo del conjunto arquitectónico un armonioso conjunto de volúmenes blancos inmaculados que juegan con las luces y sombras de las aristas del edificio.

Es una iglesia con mucho encanto ya desde su exterior, y después de traspasar su entrada al zaguán, dedicado a una pequeña exposición de imaginería, se convierte en una maravilla en el interior de la nave, absolutamente recubierta en toda su superficie de paredes y techos con azulejos que representan escenas de la vida de San Lorenzo. Fueron realizados en 1730 por Policarpo de Oliveira Bernardes, que pasa a la antología de los autores de la azulejería barroca. El presbiterio está cerrado con una airosa cúpula, también azulejada; solo aparece la madera dorada en el rico retablo barroco, que junto con la imagen de São Lourenço que lo preside, es del maestro Manuel Martins "o melhor entalhador e escultor algarvio".

Esta pequeña iglesia asombra y conmueve, como un sello para grabar en la memoria y para que su recuerdo llegue a emocionar. Hay una frase proverbial portuguesa para explicar la excelencia: "Oro sobre azul". Y esta capilla-iglesia, sin duda es oro sobre azul.

Ángel García Prieto