Dicen, y hasta hay una simpática película que se titula con esta frase, que el "turismo es un gran invento"; y, de veras, que lo es pues permite salir de la rutina, "cargar las pilas", ser un estímulo y aliciente cuando se trabaja, al posibilitar unos recursos y una ilusión para practicarlo; aumenta nuestra siempre escasísima cultura, al permitirnos, si nos lo proponemos, conocer lugares, paisajes, costumbres, folklore, monumentos, historia, gastronomía; tener un ocio activo, provechoso, etc., que nos potenciaran como personas al contribuir a tener el "caletre" más y mejor "amueblado" y, por ello, a poco inteligentes, maduros, sensatos y reflexivos que seamos, coadyuvará, consecuentemente, a conocer, y por ello comprender más y mejor a nuestros semejantes, contribuyendo a una mayor estima y respeto recíproco y, subsiguientemente, a una óptima convivencia "entre los seres humanos y tierras" del planeta Tierra.

Y sin olvidar, importantísimo para el bienestar de todos, la faceta económica que la práctica del turismo conlleva; como los datos del Instituto Nacional de Estadística, Exceltur, de las Comunidades Autónomas, de los Municipios, de las Asociaciones de Empresarios de Hostelería y Similares, etc; aproximadamente en torno al 11 por 100 del P.I.B., aportan, poniendo de manifiesto los puestos de trabajo que generan, las empresas que se crean, el aumento de los importes de los tributos locales a los Ayuntamientos, etc.

Por todo ello, y más, quiénes reciben a los visitantes, que tienen a bien, por los motivos que sean, lúdicos o de cultura, han de procurar tener, y tratar, con exquisitez al turista, facilitándole la información que pudieran precisar respecto, por ejemplo, a sitios de interés a visitar, restaurantes, tiendas de objetos típicos, estaciones de autobuses, etc; y, sobre todo, no molestarlos si, por ejemplo, están sacando unas fotos de edificios públicos, que es lo que la persona que viaja suele hacer para recordar la excursión, por que sea aficionado a la fotografía, por motivos profesionales o por que le da la "realísima gana"; siempre y cuando, obviamente, no haya prohibición de autoridades públicas, o se incordie a los lugareños y "demás".

La imagen, el prestigio, la opinión, etc., que se pueda tener de un municipio turístico depende además del interés y actitud de su Ayuntamiento, procurando una señalización clara y suficiente de sus monumentos, de sus exposiciones temporales; del personal de la oficina de información al visitante, de una policía municipal que recorra aquellos sitios, como puedan ser la estación de autobuses, para solventar, por ejemplo, atropellos a los turistas por personas que son agresivas o incordiantes; delincuentes, gamberras, que haberlas "haylas", en todos los sitios, etc. De hecho hay alguna capital de provincia de Castilla y León que tiene unos agentes municipales especialmente dedicados a recorrer los lugares monumentales en bicicleta; como, también, repetimos, de que la ciudadanía sea colaborativa y no perturbe al turista que le aporta recursos económicos y publicidad positiva si ha sido bien tratado; evitando el "turismofobia", la imagen negativa, el comentario adverso, etc.

Por cierto, en Toro, bellísima ciudad siempre digna de visitar, por su rico historial, magníficos monumentos, y excelente trato y profesionalidad del personal de la oficina de información, policía municipal y ciudadanía; como, también, de la persona encargada de la excelente exposición de Delhy Tejero. Y si van no dejen de ver los magníficos murales de la Escuela Municipal de Música dedicados a uno de sus hijos más ilustres, como fue el recientemente malogrado José Luis López Cobos.

Marcelino de Zamora