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La columna del lector

La Tierra tiene un satélite que gira alrededor de ella

La pasada semana asistí en Rabanales a la presentación de los trabajos de excavación que un grupo de arqueólogos iba a realizar, a partir del día 6 del corriente, en el castro de la Encarnación del pueblo de Mellanes. La conferencia fue documentada, instructiva y amena. El conferenciante expuso con claridad la metodología de los trabajos, los fines, la historia, valga la expresión, de la prehistoria en los castros y la riqueza arqueológica que había en el término municipal.

Al final de la conferencia se abrió un coloquio, y uno de los asistentes manifestó su satisfacción porque al fin se realizaran estudios sobre los castros y planteó la siguiente cuestión: "Usted nos ha explicado el proceso que siguen con las piezas que encuentren e excavación, se catalogan, se fotografían, las que sean interesantes, además, se dibujan y posteriormente se envían al museo municipal de Zamora ¿ Como es posible que en estos tiempos en los que se habla tanto de la fijación de población en los pueblos, que cada poco vienen especialistas a dar conferencias sobre el tema, pero en cambio, si encuentran algo, se lo lleven? ¿No sería más lógico que, puesto que en este término municipal, como nos ha dicho, tenemos una riqueza arqueológica muy importante (hay nueve castros muy bien conservados, incluso alguno virgen) que todo lo que se encuentre se quede aquí. Creo que mejor que llevarlo sería hacer un museo en la localidad para atraer a visitantes y así se crearía riqueza y algún puesto de trabajo".

El conferenciante manifestó que podría estar de acuerdo con el planteamiento, pero que ellos tenían que cumplir con la normativa vigente.

Gran parte de los asistentes estuvieron de acuerdo con quien hizo la pregunta y manifestaron que se cambiara la legislación. Que los representantes en las instituciones hicieran lo necesario, o sea, cosas prácticas y no fuera solo lo de mandar gente a dar charlas sobre fijación de población que no resuelven nada. Todas terminan como el famoso estrambote del soneto de Cervantes: Y luego, incontinente,/caló el chapeo, requirió la espada/ miró de soslayo, fuese y no hubo nada.

Jesús Barros Martin

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