Que agosto además de festivo es un mes reivindicativo en Zamora, se demuestra todos los veranos que, con la ola de calor, arde en movilizaciones sociales de todo tipo: desde la necesidad básica de agua potable hasta la de fábricas para evitar la muerte simbólica de la provincia; pasando por la de médicos para evitar la muerte real; y por la mejora de caminos para encontrarnos mientras sigamos vivos y telecomunicaciones para no estar, además de muertos, olvidados del mundo.

A estas reivindicaciones clásicas del verano y que afectan sobre todo a los pueblos, se une este año la capital con la ampliación de Gaza y la defensa de ese comercio que cada día amanece cerrado con un nuevo cartel de "se alquila".

Según noticia de este diario de hace unos meses, el Colegio de Economistas de Valladolid decía que en cuatro años Zamora perdió 130 empresas, la mayoría pequeñas y medianas con menos de cinco trabajadores, pero que suponen todo un drama que lamentablemente no ha provocado ninguna reacción social. Sin embargo, la memoria histórica de los trabajadores y sindicatos de Zamora recuerda cientos de movilizaciones que sacaron a la calle a miles de personas, como contra el cierre de la Azucarera y la Tabacalera World Wide Tobacco de Benavente -donde aprendí de las trabajadoras que "Douglas cabrón" se pronunciaba "Daglas cabrón- o de Interpanel primero y Kronospan después en Villabrázaro.

También las que sin apenas protesta social aunque siempre con defensa sindical, vieron cerrarse las factorías de las pujantes energías renovables, como la solar de Pevafersa en Toro que llegó a tener quinientos empleados, la eólica de Alstom en Coreses con más de ciento cincuenta, y General de Cuadros Eléctricos de Villaralbo cuyos últimos trabajadores pasearon su dignidad por las calles de Zamora durante varios meses, con la empatía hacia su lucha que no llegó a la solidaridad expresa de la ciudadanía. Como pasó con los despedidos de "Gamar, paga lo que debes", que fueron un ejemplo de resistencia en Zamora comparable al mítico de Sintel y su acampada en la Castellana durante 187 días, y que tuvimos el honor de compartir con los de Zamora el autobús que los de IU alquilamos para ir a Villalar, desde donde partieron en marcha hasta Madrid.

Algunas personas, entre ellas mis compañeros, estuvimos en estas movilizaciones, caracterizadas porque los que reivindicaban o protestaban eran los trabajadores amenazados por despidos, y los convocantes eran los sindicatos.

El año pasado por estas fechas, era Arcebansa la empresa que cerraba dejando en la calle a sus empleados, sin más. Como hace muchísimos años Reglero se llevó la fábrica del centro de Zamora -donde años después construyó viviendas- al polígono de Toro -donde años después se traspasó a una multinacional de las galletas-.

Cuento todo esto porque, después de haber estado prácticamente solos los trabajadores, sus sindicatos y algún partido de izquierdas en estas movilizaciones contra el cierre de empresas y la pérdida de empleos, nos encontramos con que las de este verano están recibiendo un ¡bienvenido por fin! mayor apoyo social.

Sin embargo, algo ha cambiado en estas movilizaciones: si durante años fueron los trabajadores y sus sindicatos quienes alertaron y salieron a la calle, ahora son los cooperativistas y pequeños comerciantes quienes tienen miedo; si en algunos casos de los citados la empresa cerraba porque prefería irse a otro lugar en busca de mayor beneficio, ahora las pequeñas empresas están ahogadas; si antes era la izquierda política la que apoyaba las movilizaciones, ahora se une también la derecha, dispuesta incluso a marcharse del Ayuntamiento si se marcha Gaza de Zamora; si CC OO y UGT -no me olvido de otros- eran los portavoces de la protesta, ahora son Zamora 10 y Viriat@s en Zamora... y los autónomos del taxi en toda España.

Porque primero vinieron a por los obreros... a por los sindicalistas... a por los campesinos... a por los pequeños empresarios... Antes a por los judíos, los negros, los comunistas.

¡Y claro que seguiremos apoyando a Gaza también desde el Ayuntamiento, y a la Zamora del "se alquila"!

Pero no nos olvidamos de los trabajadores de los servicios públicos, como los de Correos y de la Sanidad que son tan necesarios para esta provincia como los anteriores, y que llevan desde antes del verano defendiendo su trabajo y los servicios de todos.

Ni mucho menos de esos trabajadores inmigrantes que recibimos con alambradas y con el miedo a que nos quiten los puestos de trabajo, cuando quien nos los quita no son los pobres anónimos, sino los ricos de renombre. Como pasa con el comercio zamorano, que tiene miedo del mercadillo cuando el enemigo tiene nombre de grandes empresas multinacionales.

Porque cada vez somos más quienes formamos parte de, nativa o extranjera, la misma clase obrera.