Los almuerzos familiares, una vez al año, eran ocasión de regocijo y disfrute generación tras generación . Memorias, anécdotas, noticias amables de los recién llegados a la vida; y el recuerdo cariñoso hacia los que no volverían a acompañarnos

Escasa disparidad en los temas de conversación tratados año tras año . Este último ágape, celebrado recientemente, parecía sin embargo propicio a un cambio de argumentos , de acuerdo con la candente actualidad.

Uno de los jóvenes comensales se interesó por la opinión del resto sobre la llamada " memoria histórica ". Era natural. Politólogos a la moda , tertulianos de una y otra estirpe y políticos de la ultima pléyade resucitan hoy el controvertido asunto.

Tras la pregunta del joven pariente se produjo un silencio intenso

Ocurría que nunca nadie , en las conversaciones de años atrás, había sacado a relucir la historia triste y lamentable de una familia que, como tantas otras, sufrió las consecuencias de una guerra que mas que civil había sido criminal. Como todas las guerras .

Memoria celosamente guardada por sus protagonistas seguros de la inutilidad de revivir acontecimientos luctuosos, que jamás habrían de empañar una relación ejemplar entre hermanos.

¿ Acaso no bastaba con el terrible avatar por el que uno de los miembros de la familia , responsable entonces de la " casa del pueblo " del lugar , fuera uno de los primeros en ser pasado por las armas en su propia ciudad. Mientras su hermano mayor, enrolado en la facción contendiente, hacía lo imposible por conseguir la amnistía de quien era sangre de su misma sangre sin poder evitar su asesinato ?

¿ A qué "memoria histórica" podrìa haberse hoy referirdo uno u otro de los dos hermanos?.....

El largo y desasosegante silencio que se había producido en aquél último almuerzo al que me refería, fué roto de repente por la voz pizpireta y oportuna de una de las primas más jóvenes presentes en la reunión

¿Sabéis? -comenzó su narración.

Ojeando distintos ejemplares en la reciente Feria del Libro madrileña cayó en mis manos un fascículo que , - aficionada desde siempre a la poesía - llamó poderosamente mi atención. Su título " Miguel Hernández en la càrcel de Alicante". Una foto en blanco y negro de un presidiario familiar, una copia de su expediente procesal, y el texto del autor del libro , me impactaron emocionalmente.

Comencé a leer, un tano exaltada: "Médico de profesión, y comandante del Ejército republicano , compartió con Miguel Hernández internamiento en el reformatorio de adultos de Ocaña, y el traslado al reformatorio ( curiosa forma de referirse a la horrenda prisión !) de adultos de Alicante" .

Y más adelante: "En la Prisión de Ocaña el doctor José Pertejo comenzó a tratar al poeta de una larga y enfermedad"... Tuberculosis pulmonar, que acabaría con la vida del poeta. Agravada por las inmundas condiciones de las prisiones a las que ambos detenidos fueron sucesivamente trasladados.

Concluyo. ¿ Fué mayor la sorpresa de sus sobrinos , allí reunidos, por el dato apenas conocido que narraba el libro citado? ¿O acaso el hecho de que durante decenios, aquel pariente por todos querido por su bonhomía y rectitud ejemplares, jamás hubiera comentado el relato descrito prolijamente por el autor del fascículo acerca de los infortunios del insigne poeta y de su doctor? Me pregunto si es a esta a la que podría calificarse como " la otra memoria histórica ". La de hermanos, amigos y familiares reconciliados. Dedicados a un presente , y sobre todo un futuro, mejor para ellos y las nuevas generaciones.

Quiera la Historia con mayúscula, que las reuniones con las que comencé mi relato, continúen celebrándose puntual y armoniosamente

Y que los temas tratados año tras año por generaciones presentes y venideras, nada tengan que ver con una época cruel, que muchos - a pesar de argumentos en contra- prefieren apartar de su propia remembranza histórica , familiar o personal.

Jesús Pertejo.