Se dice pronto, hace ya 19 años que la familia de Lobo, siguiendo la voluntad del artista, hace legado a la ciudad de su obra y nuestro Ayuntamiento abona importantes cantidades de dinero en concepto de impuestos al Estado francés. Y seguimos como estábamos a finales del pasado siglo: sin un lugar donde exponerla. Es más, estamos peor, pues hemos agotado fondos europeos, la Fundación tiene poca entidad al estar compuesta por dos únicos miembros, familia y Ayuntamiento, y no aparece ninguna entidad pública o privada que se comprometa a dar salida a la situación.

En esto toma cuerpo y fuerza la iniciativa Zamora 10 que, tras diversos estudios y consultorías decide que uno de los proyectos a defender sea el de llevar a cabo un Centro de Arte Contemporáneo Baltasar Lobo donde tendrá cabida toda la obra donada, la expuesta en la Casa de los Gigantes y la que en la Asociación Amigos de Baltasar Lobo denominan "El Lobo oculto", colección compuesta por 659 obras, custodiada en la actualidad en el Museo de Zamora.

Este Centro de Arte Contemporáneo tendría, siguiendo aquí también las propuestas de la ABL que Zamora 10 hace suyas, los siguientes objetivos: difusión de la obra de Baltasar Lobo, promover un Centro de Arte Contemporáneo que de vida a su legado y articule todas las manifestaciones de arte en nuestra ciudad y provincia y completar la infraestructura cultural de Zamora con este Centro que aportaría contemporaneidad a nuestra provincia. Estos objetivos hacen mucho más complejo el proyecto y complementan lo que sería un museo unipersonal, con lo que conlleva de arriesgado y costoso, con actividades paralelas, estudios e intercambios con otras entidades culturales a fin de conseguir que fuera viable económicamente.

Cuando tuvo lugar la presentación de Zamora 10 en el salón del Consejo Consultivo, en mi turno de palabra, mostré mi perplejidad ante la evidente descortesía de la sociedad zamorana que no ha sido capaz de corresponder en su justa medida a la enorme generosidad de Lobo, y sigamos sin amortizar el dinero público que hubo de satisfacerse para hacernos con la colección.

Desde ese momento, el equipo de trabajo de Cultura, hemos barajado varias opciones de edificios teniendo en cuenta unos objetivos de máximos, es decir, espacio suficiente, un proyecto atractivo, personal cualificado y financiación de las diversas administraciones, que son las premisas de las que hemos partido para conseguir el fin propuesto de un Centro de Arte Contemporáneo. Nuestras propuestas, acompañadas de soluciones técnicas, de ilusión colectiva y de búsqueda de diferentes opciones de financiación, no han encontrado el respaldo institucional necesario, bien por compromisos anteriores, bien por desinterés y desidia.

Así que ateniéndonos a la cruda realidad de la falta de apoyos que nos permitan esta gran aventura, han surgido nuevas alternativas que buscan dignificar el legado.

De todas ellas la que ha cobrado más fuerza es aquella que nos permitiría exponer parte del legado en la planta baja acristalada del edificio del Consejo Consultivo. Esta parte sería la que ahora se expone en la Casa de los Gigantes. Y el resto de la obra iría al edificio del Ayuntamiento Viejo cuando la Policía Municipal tome posesión del nuevo acuartelamiento en el antiguo Banco de España. Estas dos sedes estarían unidas por una serie de obras instaladas en la calle que servirían de nexo entre ambas instalaciones.

Esta solución en ninguna manera es la ideal ni para la Asociación Amigos de Baltasar Lobo ni para Zamora 10 pues divide el legado, no da una visión unitaria de la obra y, sobre todo, aleja a nuestra ciudad de la posibilidad de tener el centro de arte contemporáneo que revitalice este triste panorama que arrastramos desde hace tantos años.

Aunque nos cuesta tanto renunciar a esa aspiración, ahora, en Zamora 10 nace una corriente de opinión que apuesta por el pragmatismo en nuestras posturas con tal de que la obra de Lobo pueda ser contemplada en su totalidad y en unos espacios dignos y especialmente habilitados para acoger la obra. Y dar tiempo a que las instituciones se comprometan más activamente en la consecución de un Centro de Arte Contemporáneo que albergue toda la producción de Lobo que tenemos y tenga una actividad cultural de máximo nivel.

Que uno de los grandes artistas del siglo XX, reconocido mundialmente legue su obra a nuestra ciudad es un hecho tan relevante que a algunos les cuesta trabajo reconocer. Que esa ciudad tenga gran parte de esa colección oculta por falta de iniciativas es otro hecho igual de relevante pero que debería avergonzarnos.

Sin la luz el color no existe, encerrado en cajas, envuelto en papeles, Baltasar Lobo no existe; y si no existe Baltasar Lobo la historia del arte se resiente por una ausencia tan importante.

Porque somos artistas sabemos reconocer el talento donde se encuentre. Nosotros y cientos de galeristas, críticos y comisarios de todo el mundo que han alabado la obra del escultor y que lo mantienen vigente y actual con grandes exposiciones y estudios de su obra. Mientras tanto, esta ciudad se limita a ceder las obras que tenemos encerradas para que otros las disfruten. Más desinterés por la cultura y por el arte no se puede concebir y no es sino el reflejo de lo banal, consumista, egocéntrica y superficial que es esta sociedad que entre todos estamos construyendo. Así, van pasando años de enorme dejadez cultural. Éramos muchos los críticos con situaciones pasadas sin que llegásemos siquiera a sospechar que aquellos fueron años dorados, plenos de actividad, de asociacionismo, de publicaciones, de magníficas Bienales, de mecenazgo. Era reconocido el extraordinario ambiente cultural que respiraba la ciudad ya que en instituciones, organismos y entidades había personas muy comprometidas con el hecho cultural. Y como toda buena siembra, aquello dio excelentes frutos artísticos y fue el germen de que hubiese quien se preocupara por el legado que nos ocupa. Hoy todo aquello parece cosa de otras geografías, de otras gentes y por eso volvemos a alzar la voz para exigir que la sociedad y las instituciones, como representantes que son de los ciudadanos, se tomen este asunto en serio y escuchen las propuestas que tenemos muy pensadas y estudiadas.

Dentro de nuestras exigencias somos conscientes de las dificultades con las que se encuentran los representantes institucionales ante la envergadura de algunos casos. Y sabemos que las dificultades sólo vienen dadas por la importancia que esos representantes den a las cuestiones. Por eso, desde estas líneas pretendemos que se reconozca la enorme trascendencia que el legado de Baltasar Lobo debe tener para nuestra ciudad, trascendencia vital como generadora de placer estético, económica como generadora de movimientos turísticos de alto poder adquisitivo e impulsora de una imagen y realidad que sitúe a Zamora en la élite de las ciudades con aliciente cultural. Y no vendría nada mal recordar a este respecto los múltiples casos de ciudades que han cambiado su fisonomía urbana y que destinan suficientes recursos económicos a proyectos culturales que gozan del favor de sus ciudadanos y atraen a cientos de visitantes. Y en muchas ocasiones con razones de menor importancia que las nuestras.

Qué gran ocasión tenemos a mano de generar orgullo de paisanaje.