No hay peor ciego que el que no quiere ver. Y la práctica totalidad de los independentistas catalanes no quieren ver que lo que han hecho, lo que hacen y lo que quieren hacer es un delito, de sedición, de rebelión, llámelo usted como quiera. En otros países de los muchos que estrellan su suerte en la bandera comunitaria no se habrían andado con tantas contemplaciones como tiene el Estado español con esta gente que a partir de las últimas detenciones ha mostrado su verdadera cara, la de la furia, la del odio, la de la violencia desatada, la de las amenazas. Por cierto, ni Alemania ni Francia, contemplan un escenario de partidos independentistas en el ámbito de sus territorios respectivos.

Hay que ver cómo se las gasta esta gente. Desde la detención de "Puchimon", el juez Llarena y, lo más grave, su familia, se han convertido en blanco de la ira independentista. De los del lacito amarillo, de los del 3%, de los que han venido robando inmisericordemente a la ciudadanía catalana y de los que se han dejado robar y manipular apelando a un sentimiento, el del independentismo, que no comparten todos los catalanes. El independentismo de los aparentes buenos modos y maneras, el independentismo de las sonrisas luce, por fin, su verdadero rostro que no es otro que el del sectarismo, la persecución, el talibanismo, la intolerancia y el fanatismo que guía sus pasos y sus actos. Querer intimidar al juez del Tribunal Supremo, es el colmo. Pero extender la intimidación a su familia es intolerable.

Esta gentuza no se ha andado por las ramas. Utilizan las redes sociales para difundir datos personales de la esposa del magistrado. Muy en su línea, los que intimidan, primero insultan y, a renglón seguido, revelan datos personales de la esposa del juez, al más puro estilo de cualquier mafia al uso. No voy a reproducir el insulto porque me da asco, como tampoco voy a pronunciar el nombre de la señora, su cargo, sus señas e incluso la referencia física que han incorporado a su amenaza para que nadie tenga lugar a dudas si precisa pasar a la acción. De todo ello se han encargado convenientemente los de la República de Catalonia.

Alguno de los mensajes me han recordado los peores tiempos de Eta. Los que se dedican a esa y a otras cuestiones parecidas tienen mucho de terroristas. Como no podía ser de otra forma, los cachorros de la CUP, afines a Podemos, se han dedicado a llamar "fascista" a su señoría. No caen en la cuenta que ellos son los verdaderos fascistas. Actúan como tales. El juez Llarena hizo buena parte de su carrera en Cataluña, una tierra que, estoy segura, quiere profundamente, algo que cambiará si estos canallas siguen con esa tónica que se han aprendido de memoria y ejecutan sin pensar, sin actuar con el raciocinio debido, sólo con la víscera de que se trate.

Est gentuza está destrozando ella solita Cataluña. Están echando a la gente que no es y no piensa como ellos. Ahora que se han quitado la careta y se muestran como en realidad son están haciendo de la intimidación y la amenaza su modus operandi. A los demás nos corresponde rechazar cualquier tipo de presión, amenaza, coacción o injerencia en la labor que realiza la Justicia.