El pasado marzo, y en honor a María Reyes Rodríguez Vega, experta en belleza, en nutrición, en cosmética y una magnífica estilista, que fue quien me puso en antecedentes, dedique un "zamoreando" al aceite de palma del que nadie, absolutamente nadie, habla bien. Y daba un toque de atención a la autoridad sanitaria para que vigile más de cerca la composición de aquello que los supermercados nos venden por bueno cuando en realidad es malo para la salud, yo diría que incluso peligroso.

El aceite de palma que está en la práctica totalidad de productos procesados de alimentación, cosmética, higiene e incluso biocombustible. Podemos muy bien decir que es el aceite más producido y consumido en el mundo para desgracia nuestra. Este aceite tiene mala prensa porque supone un verdadero peligro para la salud, simple y llanamente por su descomunal porcentaje de grasas saturadas, sin duda las peores. Con el añadido de que la sobreexplotación de esta palmeta aceitosa está provocando un verdadero desastre medioambiental en los países productores.

Despotricamos de chorizo, con lo rico que es el chorizo zamorano que tanto alaba mi buen amigo Juan Rodríguez, y no decimos nada de ciertos bombones, ciertos chocolates, ciertas margarinas, cierta bollería industrial, aperitivos, productos para untar, ciertas pizzas, ciertos cereales de caja, ciertos helados, ciertas salsas y ciertos precocinados. Me ha dado por ir de supermercado en supermercado, leyendo la letra la composición y la letra pequeña de sus productos, tanto los de marca, como los de marca blanca, o sea, los propios del establecimiento y puedo decir, sin error alguno que el 99% contienen en el epígrafe grasas, aceite de palma. No se libra ni uno solo.

Productos con los que llenamos graciosamente el carrito del súper, sin darnos cuenta de que estamos comprando veneno. Un veneno que mata lentamente o hace enfermar. La grasa de aceite de palma que no ingerimos por la boca, la recibimos por la piel. Cosméticos como cremas, champús, geles, pasta de dientes, jabones, carmín, laca de uñas. El aceite de palma ha colonizado prácticamente todo. Lo sorprendente es que los empresarios más grandes, esos que dicen preocuparse por nuestra salud y crean líneas de productos sin esto, como el gluten, o sin aquello que afecta a minorías o mayorías, no intervienen con la misma celeridad y empeño con todo lo que venden y que contiene aceite de palma.

Nos están matando y nos estamos dejando como corderitos. Aunque se ponga el grito en el cielo ni a la autoridad sanitaria ni a los prebostes de las grandes superficies líderes parecen importarles un bledo nuestras tribulaciones. Están jugando con nuestra salud. Nuestro cuerpo no puede metabolizar esa grasa en concreto. ¿Qué pasa con el saludable, 'mediterráneo' y riquísimo aceite de oliva?¡Ah, ya!, que encarece el producto. Pues que empleen aceite de girasol, pero que dejen de envenenarnos lenta y progresivamente. Ni un buen cepillado de dientes podemos darnos sin que el aceite de palma esté por el medio. Luego hablan de caries y de problemas bucales que achacan al azúcar y a otros alimentos, ¿no será culpa de aquellos que contienen aceite de palma?

Otro tanto pasa con el cabello, dicen que hay más alopecia que nunca, ¿no será que el 99% de los champús que utilizamos incorporan la palma entre sus ingredientes? Si todos los consumidores somos capaces de ponernos de acuerdo y gritar un "no" claro y rotundo al aceite de palma, boicoteando los productos que lo contengan, a lo mejor dábamos el necesario paso de gigante para su desaparición de nuestros alimentos.