E n Dinamarca, uno de esos países nórdicos tan avanzados que siempre se ponen de modelo de todo o casi todo - aunque, por ejemplo, sea el helado norte europeo el que mayor violencia machista registra - ha tenido mucho impacto a través de las redes sociales un gesto de últimas voluntades que expresa mucho en favor del bien morir, eutanasia incluida, que está siendo últimamente motivo de intenso debate parlamentario y social en la tan moderna España, donde, por supuesto, acabará aprobándose aunque sea con limitaciones, que aquí no nos privamos de nada, una vez puestos.

El caso es que un anciano danés víctima de una enfermedad incurable de rápida evolución mortal pidió al hospital donde se encontraba que antes de morir le dejasen satisfacer un postrer deseo, dos en realidad: fumarse un cigarrillo y beberse una copa de vino, blanco para más señas. La cosa chocaba con el protocolo de la clínica, pero sobre todo en cuanto a lo de fumar, mas se tuvieron en cuenta las penosas circunstancias y se accedió a la petición. Se acerco al enfermo a un ventanal, por lo del humo del cigarrillo, y se le ofreció la copa de vino, un rito que cumplió rodeado de su familia y de acuerdo con la información a la hora del crepúsculo, con una puesta de sol como fondo.

Se produjo el óbito días después pero la noticia emocionó en Internet. Allí, la eutanasia no está regulada ni admitida por lo que no podía llevarse a cabo pero se buscó una muerte dulce y digna para el paciente. Hay cinco países en los cuales el suicidio atenuado está permitido, siendo los europeos Bélgica, Holanda y Suiza los pioneros de la ley, luego compartida por Canadá, Colombia, y algunos estados norteamericanos. Pero son Bélgica y Holanda, al parecer, los que mayor número de servicios de esta clase realizan, lo que les ha convertido en punto de destino de un macabro turismo sin viaje de retorno. Todo se hace conforme a muy estrictas normas, con informes médicos, sobre enfermos terminales y tras un reiterado posicionamiento del paciente respecto a su decisión final.

En España, hace unos días, un hombre que sufría de arteriosclerosis, ELA, se suicidó y grabo su muerte para que el hecho sirviese como denuncia y reivindicación del derecho a un fallecimiento digno y asistido por los especialistas. Polémica abierta, porque no todos, ni los mismas víctimas de tan terrible enfermedad se han mostrado de acuerdo, y algunos han manifestado públicamente su esperanza y su fe en la vida pese a los dolores que sufren. Y el mismo debate está teniendo lugar en el Congreso, porque una propuesta de Podemos en este sentido fue rechazada y ahora hay otra de Ciudadanos, que antes se abstuvo, insistiendo en el ordenamiento legal al respecto, aunque Rivera dijese anteriormente sobre este asunto que hay que dar mas dignidad a la vida que a la muerte.

Todos y cada cual tienen su parte de razón en tan dura y compleja cuestión. Por su parte, el PP y el PSOE reconocen el derecho a morir dignamente pero se muestran contrarios en cuanto a la práctica de la eutanasia, un tema muy delicado y personal que requiere de mucha sensibilidad y tino.