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Despedida a mis alumnos

Al curso académico 2015-2016: Luchad por vuestra Universidad

Mis queridos alumnos; mis muy queridos alumnos. Hablo yo esta tarde llovizna de tristeza, con todo el corazón agolpado en la voz.

Debo confesar que amo todo lo que rodea vuestra vida, todo lo que ha rodeado vuestras cosas durante estos meses, que amo todos vuestros reinos y poblados de prodigio como un cegador relámpago continuo, y en tanto en cuanto, vosotros, todos vosotros, mis alumnos del alma, estáis metidos en ese resplandor, os estimo con toda la imperial vastedad de la palabra temblorosa y tierna, ¡amo vuestra alma comprometida con vuestro corazón y amo, asimismo, ese poderoso vendaval de lo vivo que lo atraviesa, silbando entre ramas, gimiendo, cantando entre susurros y relámpagos de un extremo a otro.

Por eso, por todo eso, voy a recordar con la memoria, como una piedra atada al corazón, todo este aroma vuestro durante todo este tiempo.

Tenía yo, allá por el año 2015-septiembre, el primer día de clase, no sé cuántos años y un lucero en la mano; mi amorosa nostalgia vino a sentarse aquí, junto a vosotros, en un viejo banco de la facultad, bajo una temblorosa mirada: la vuestra.

El chorro de la piel, humedecía el entresueño de la ilusión. Se alzaba, alejado y somnoliento, el canto de un pájaro cualquiera.

Sentí el reino mágico y doliente de la vida como nunca.

Recordar, dice Neruda, significa volver a pasar las cosas por el corazón.

Y a mí, mis alumnos del alma, vuestras cosas, todas vuestras inquietudes, me han ido pasando, durante este curso, como recuerdos permanentes.

He querido compartir y sufrir con vosotros.

Y así, os he tenido y sentido; con mi mirada puesta en el infinito avivando el mundo, y con los ojos enternecidos en vuestros enternecidos ojos.

Una mañana, pues, entre todas las mañanas juntas, me regalasteis la fogosa, delicada e inmensa copa de la amistad, hecha de vidrio popular; pintada de rosas azules, de verdes hojas: la copa de los hilos del corazón, llena de las burbujas de los sentidos y de los afectos, y con ella y en ella, hemos bebido juntos, con los brazos abiertos.

Por eso, yo hoy deseo de todo corazón, que si lo más importante que hayáis podido captar, han sido las etiologías y diagnósticos de no sé cuántas enfermedades, me sentiría derrotado. Prefiero que hayáis captado mi tendencia rabiosa a sentirme libre, como una hermosa aspiración de aire primigenio y recién nacido.

Mostraros, por favor, rabiosamente libres y libremente bondadosos.

Empapaos de la savia del amor.

Que vuestra vida, sea una historia de amor.

Empapaos de amor para humedecer de ternura vuestra existencia.

Y ahora yo ya me despido de vosotros, juventud de aulas y de sueños;

Juventud de todos, mi motivo.

Os pido humildemente perdón, si en algún momento erre, o me equivoqué con alguno de vosotros.

Repito, os pido humildemente perdón. Lo siento de verdad.

Y caminad; caminad limpiamente por los recovecos de la vida; luchad intensamente por vuestra Universidad, y abrazaros a ella como si fuera una adolescente enamorada.

Y para terminar, yo os digo, que aunque nos duela la tierra y los hombres, aunque nos duela la carne y el alma humana, yo os digo, que grabéis con letras de oro lo siguiente:

Sueña lo que te atrevas a soñar/ Ve, donde quieras ir/ Sé lo que quieras ser/ os quiero.

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