Aquellos que apelan a la destrucción de líneas rojas, cordones y otras cintas, cordeles y galones, son los que han empezado a coser al futuro electoral un grueso cordón, pero no un cordón cualquiera, sino un cordón sanitario que no es otra cosa que un aparato de guerra, una barrera militar. Y es que, bajo el pretexto de sanitario, ha tenido desde el siglo XIX motivos políticos secretos. Es el cordón favorito de Albert Rivera, el líder de Ciudadanos que quiere mandar en lo suyo, en lo de España y en lo del Partido Popular. Su fijación con Rajoy y el PP es equivalente a la de Sánchez que resulta enfermiza y obstinada.

Un tal Girauta que, al parecer, es el portavoz de Ciudadanos en el Congreso de los Diputados ha asegurado, esto es "nuevo", que su formación solo apoyaría un Gobierno del PP entrando en él, y si Mariano Rajoy no es presidente. ¿A quién me recuerda esa fantasía de formar gobierno, de entrar en un gobierno, de ser estando? ¡Ah, sí!, a Pablo Iglesias al que se lo echamos en cara, también Ciudadanos, cuando se repartió los mejores gabinetes ministeriales a espaldas de Sánchez.

¿Quién es el portavoz de un partido determinado para proponer el cambio de líder en otro? A eso se llama injerencia. Se le puede llamar de otras muchas maneras, pero nos conformaremos con injerencia que, como enseña el diccionario de la RAE, no es otra cosa que: "la intervención de una persona en asuntos ajenos o en cuestiones que no son de su incumbencia". Tengo para mí que lo que haga el PP con sus líderes no es de la incumbencia de Ciudadanos, como no lo es del PP la de Ciudadanos, la del PSOE del revoltillo Podemos-IU (siglas estas últimas en vías de extinción) y viceversa.

Por esa regla de tres, a Rivera, se le podría pedir una mayor exigencia a la hora de designar candidatos por su partido. Porque, salvo Albert Rivera, la mayoría de candidatos de Ciudadanos son un fiasco. Muy conocidos en su casa a la hora de comer. Es más, cuando están donde los votos les han colocado, ni se les ve, ni se les oye. Y no creo yo que sea eso lo que quieren sus votantes, por cierto, cuántos de ellos descontentos del PP que ahora se muestran descontentos de Ciudadanos.

Por cierto, los llamados a votar estamos hartos de las ínfulas de unos, de los insultos de los otros y de las locuras y mentiras de los de más allá. España se merece un respeto. Muy por encima del que puedan merecerse o no los distintos líderes políticos. Pero como a España apenas se la respeta, pues velay. No hay más que ver la salida de pata de banco del juez de turno permitiendo las esteladas en el partido de Copa del Rey. Cordones sanitarios para la bandera de España que puede ser retirada sin contemplaciones de balcones municipales, pero sin embargo, libertad de expresión para la susodicha. Que no es en sí la susodicha, es que la emplean sus empleadores para desafiar, para insultar, para joder un poco la tana. Y no veo yo que sus señorías togadas se den la misma prisa en determinar que la bandera de España debe ondear en todos los balcones y ventanas institucionales.

Yo del señor Girauta, me preocupaba más por esta deriva que por organizar las listas electorales del resto de partidos que compiten en las elecciones generales del 26J.